De vez en cuando, este madero adopta curvas que se aprovechan para diseñar serpientes o dragones. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
El penco es el principal material con el que una familia entera practica el arte y la arquitectura. Lo hace de generación en generación, desde hace 70 años.
Les llaman Los Chucchurillos, por el nombre de un pájaro silbador con el que bautizaron a Segundo Sigcha, el patriarca de la familia.
Sigcha, quien vive junto a su extensa familia en la parroquia de Pomasqui (Mitad del Mundo), fue el pionero en utilizar la cabuya en menesteres como la fabricación de alpargatas y chaguarmishqui (una bebida ancestral).
Los Sigcha usan el chaguarquero de la cabuya (tallo largo de la planta) para diseñar estructuras constructivas, detalles internos y externos en paredes y techos.
Los hijos de don Segundo usan este tronco para elaborar diseños propios de la cosmovisión andina como diablos, diferentes animales e instrumentos musicales.
Las formas en las que crece la planta se prestan para los más singulares diseños; por ejemplo, las máscaras. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
Marino Sigcha considera que la planta se presta para crear de todo, ya que crece en formas asombrosas. Sus trabajos se han mostrado en ferias internacionales de Inglaterra, China y México.
Los vecinos consideran que los Chucchurillos son los más conocidos de Pomasqui. También, valoran su trabajo que rescata la tradición, la identidad de la parroquia.
Jhonatan López reconoce el trabajo de sus coterráneos y rescata su aporte, ya que utilizan una planta que siempre ha existido en la zona pero que nadie la había aprovechado.
Los Sigcha fabrican medicinas, máscaras, esculturas y vestimentas con las partes de la cabuya .