Patricia Llosa, arquitecta socia del estudio Llosa-Cortegana. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El Museo de Sitio Pachacamac ganó hace un par de semanas el premio a la mejor obra del año en el ODA’17, que organizan Plataforma Arquitectura y Archdaily. Es un proyecto del estudio Llosa-Cortegana.
A días de recibida la noticia, Patricia Llosa, arquitecta socia del estudio peruano, visitó Quito la semana pasada para el XIX Foro Internacional de Arquitectura, organizado por la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). En esta edición, la temática fue Mujeres en la Arquitectura.
Como en tantos otros ámbitos, en la arquitectura el feminismo toma fuerza y las profesionales de este campo reivindican su posición. Llosa no es la excepción. Segura de sí misma y de sus capacidades, considera que las mujeres arquitectas no tienen que ser menos madres o menos mujeres para ejercer en este ámbito.
Para la ganadora del ODA’17, la vida de una mujer “se arquitecturiza”, ya que la profesión está presente en la vida cotidiana. El error de la sociedad -explica- radica en pensar que una mujer es demasiado sensible como para ejercer la arquitectura.
“Una mujer no tiene que dejar de ser arquitecta para ser madre”, fue una de las frases que dijo durante su intervención en la USFQ. A partir de esta consideración, Llosa manifestó su posición frente a la concepción social de la profesión con respecto a las mujeres…
El foro del cual participó mantuvo como premisa la invisibilización de la mujer en la Arquitectura, ¿se puede hablar de una masculinización de la profesión?
Sí. De hecho, no es un tema exclusivo de la arquitectura, es un tema general en nuestras sociedades ver a las mujeres en desigualdad con respecto a los hombres. Precisamente por eso, en mi caso, la profesión me ha permitido empoderarme como mujer. Yo creo que es importante que asumamos lo que hacemos desde nuestra condición de mujer y no intentar masculinizarnos para ser aceptadas y respetadas en la sociedad.
¿Cómo nos masculinizamos para encajar?
Muchas veces se nos ve ocultando nuestra condición de madres, de familia para parecer “profesionales”. Al final, parte de esta aceptación te permite también volcar eso particular de ti en tus proyectos”.
¿Cómo ha funcionado esta aceptación para su éxito profesional?
En mi caso, que además tengo sociedad con un hombre, siento que aporto tanto como él, seguramente desde mi condición de mujer, pero de manera casi natural.
En su país, ¿cómo se siente esta realidad para las mujeres arquitectas?
En los últimos años ha habido muchas movilizaciones y movimientos de mujeres que se han empoderado, que se han unido. La única manera es esa, uniéndonos y apoyándonos. Veo cambios, no solo desde la mujer, también en hombres.
¿Cómo incide en ellos?
Muchos hombres son igualmente afectados por esta especie de jerarquía en la arquitectura, porque les impide explorar otros campos y aceptar que tienen ciertas sensibilidades. Por eso terminan encasillándose en determinados roles. Entonces, la igualdad no solo beneficia a las mujeres sino que también les quita a los hombres un peso que no tienen por qué cargar.
¿Y la academia? ¿No es un tema que se deba dejar claro desde las aulas?
Eso es fundamental. No solo se debe hacer desde las aulas universitarias, sino desde las aulas escolares. Mostrar permanentemente ejemplos de éxito masculino y no a la mujer, casi de manera inconsciente, genera la idea de que no podemos. Por eso tenemos que hacer el esfuerzo desde las cátedras para encontrar a esas mujeres que a lo largo de la historia han podido hacer grandes cambios a pesar de todas las cosas en contra.
El premio ODA’17 es un ejemplo de reivindicación femenina con su participación, en un sitio sacralizado y, por ende, complejo…
Definitivamente. Para nosotros ha sido una sorpresa muy agradable, la verdad que no lo esperábamos. El que se reconozca a un edificio austero, hecho desde el Estado, en un lugar tan complejo como un santuario arqueológico y en una ciudad como Lima, en la que es muy difícil hacer arquitectura en esos términos, es una motivación enorme.
En definitiva, ¿qué hacer como arquitectas?, ¿qué posición tomar frente a la masculinización de la profesión?
Ver cada proyecto como si fuera el mejor. Lo que hay que hacer es no perder la fe, la arquitectura es un acto de fe. Es la única manera.
Estudios. Arquitecta por la Universidad Ricardo Palma, maestría en Arquitectura, Crítica y Proyecto.
Cargos. Socia del estudio Llosa-Cortegana.
Docencia. Profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú.