Entre 2007-2008, en la administración municipal del general Paco Moncayo, la hoy Secretaría de Movilidad y la Empresa de Obras Públicas planificaron un sistema vial para el norte. Este contemplaba la construcción de 17 pasos sobre-elevados, financiados por la CAF.
Uno de ellos se ubicaba sobre la Plaza Argentina, para facilitar el tránsito de los túneles que se construían para resolver la permanente interrupción por deslaves sobre la vía Interoceánica.
Esta obsoleta solución de tránsito mereció la contundente oposición de diferentes sectores de la ciudadanía, colegios profesionales, facultades de Arquitectura…
La Alcaldía -luego de una resistencia tenaz- accedió a suspender el proyecto y la CAF canceló el financiamiento.
Los puentes elevados se constituyeron -en los 60- como una presuntuosa demostración del desarrollo urbano en ciertas ciudades hispánicas y latinoamericanas. Esta novelería entró en decadencia cuando -en los 80- se comprobó que antes que una solución eran símbolos del deterioro urbano y del caos en la movilidad. Entonces los ayuntamientos comenzaron a destruirlos, como en Madrid y Barcelona y en otros casos colapsaron en los movimientos sísmicos.
El alcalde Sixto Durán Ballén, en su gestión de los 70, también nos vendió esa misma idea desarrollista, con la edificación de centros comerciales y puentes elevados para aparentar una imagen de modernidad. A costa de sacrificar el parque de La Carolina para el CCI y la construcción polémica de los puentes del Guambra en la av. Patria, av. Pichincha y La Marín.
Es incoherente e ilegal que, transcurridos más de 10 años, el alcalde Rodas insista en una solución vial obsoleta y comprobadamente destructiva de la imagen urbana de Quito.