Su nombre común es mortero, pero no sirve, como el arma, para destruir edificaciones, sino para levantarlas, para que sean fuertes y resistan eventos extremos como sismos e inundaciones.
A estos se suman los hormigones, que son ‘morteros’ especiales, pues a los materiales que se utilizan para los morteros se agrega el ripio.
Contrariamente a lo que es práctica común, las dosificaciones para elaborar estas dos ‘mezclas’ debe ser calculada técnicamente y no al ojo.
Según el Arq. Jorge Bailón, la dosificación correcta se la establece en un laboratorio especializado.
Y se lo hace al peso, considerando factores de humedad de los materiales a ser empleados.
De todas maneras, se puede indicar que para estructuras de hormigón armado se emplea un hormigón de una resistencia a la compresión de 210 ó 240 kg/cm2, para lo cual se utilizan ‘cantidades aproximadas’ de los diferentes componentes.
Así, para 1 m3 de hormigón se utilizan entre 7 y 8 sacos de cemento Portland puzolánico tipo I (de 50 kg c/u); 0,65 m3 de arena; 0,95 m3 de ripio; y 0,18 m3 ó 180 litros de agua. Estas medidas funcionan bien para una losa normal y corriente.
En los morteros de cemento que se utilizan en otras labores la proporción varía. Para un mortero de enlucido se usa, generalmente, una proporción de cemento por tres o cuatro de arena.
Para impermeabilizar, al mortero común de cemento se adicionará uno de los impermeabilizantes que se expenden en el mercado.