La necesidad de cumplir con un contrato de una obra catapultó a Carlos y Ángel Gallegos a incursionar en el apasionante mundo del aluminio y el vidrio.
Ya han transcurrido más de 30 años desde cuando estos manabitas con estudios de ingeniería y arquitectura fundaron ARCO Aluminio y Vidrio.
Todo empezó por azar del destino, recuerda Carlos. “Habíamos hecho un contrato con una supuesta empresa de Guayaquil para que coloque ventanas y puertas en una casa que estábamos construyendo. Cuando nos dimos cuenta, esa supuesta empresa de aluminio y vidrio se reducía a un pequeño taller artesanal. De allí nos vimos en la necesidad de buscar un maestro en el mismo Guayaquil, lo llevamos a Manta y así empezó todo”.
Luego seguimos perfeccionando en los cortes y con nuestros estudios de ingeniería y arquitectura diseñamos los modelos de ventanas, puertas y divisiones interiores; todos de acuerdo con la necesidad de los clientes, refiere Ángel.
Cuando iniciamos en Manta había dos talleres pequeños, ahora sobrepasan los 200, cuenta Ángel. No somos egoístas, 30 de ellos pertenecen a personas que trabajaron con nosotros y aprendieron este oficio, agrega.
En ARCO trabajan ventanería y puertas, aunque también han incursionado en el tema de las divisiones interiores y, además, realizan trabajos para los barcos de la flota atunera ecuatoriana.
A más de colocar elementos nuevos, cada seis meses realizan el mantenimiento de la perfilería y los vidrios de las embarcaciones. Asimismo, trabajan con las 15 empresas empacadoras de pescado.
La alta exigencia de control de calidad que se aplican en los mercados europeos, propicia que los propietarios de las em-pacadoras también soliciten los servicios de los hermanos Gallegos.
Carlos asegura que en los ambientes donde se procesan alimentos no se pueden utilizar vidrios, ahí hay que colocar otro tipo de materiales que, en caso de accidentes, no contaminen el producto ni tampoco causen daños a los empleados.
En ARCO, además, se da el servicio de colocación de vidrios blindados. Es para un grupo de clientes más selecto, pues muchos quieren seguridad en sus espacios familiares, hacen un esfuerzo, gastan un poco más pero -como dicen- pueden dormir tranquilos, comenta Carlos.
El costo va de acuerdo con los materiales que se requieran, no es por metro cuadrado. “Creo que cobrar por metraje asusta al cliente, quienes buscan el servicio de aluminio y vidrio están más tranquilos cuando se les cotiza según sus necesidades y exigencias”, explica Carlos.
El local de está ARCO ubicado a 300 metros de la playa El Murciélago, emplazado en la parte alta del barrio Córdova.
En ese predio se adecuó el taller. Se habilitó en la planta baja de la casa familiar de los padres de Ángel y Carlos. Y nunca está sin algún cliente.
El ‘boom’ ayuda
Con el ‘boom’ de la construcción que experimenta Manta desde hace 10 años, la utilización del aluminio y vidrio es preponderante para los grupos de arquitectos e ingenieros que se han dedicado a este nicho de mercado.
La perfilería de aluminio con la que trabaja la compran en Guayaquil y Latacunga, mientras que el vidrio es importado y llega por el puerto de Manta. 30 ex ayudantes han abierto sus propios talleres.