Las figuras ecuestres son populares en la India. Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
La propiedad es una gigantesca caja de sorpresas. Está situada en una calle empedrada llamada José Borja, que se abre en el lado nororiental de Puembo, una de las parroquias rurales del Distrito Metropolitano de Quito.
Allí, en medio de jardines y cultivos orgánicos, se levanta una vivienda de corte rústico y, un poco más al oeste, un contenedor metálico que se ha transmutado en un ‘showroom’ totalmente sui géneris.
Las dos construcciones están llenas de los más diversos objetos y accesorios que tienen dos ejes comunes: todos son antigüedades; es decir, tienen más de un siglo de fabricados y, asimismo, todos son importados desde Asia, principalmente desde la India.
Puertas labradas al más mínimo detalle se acomodan junto a baúles, arcones, cómodas, armarios, candelabros, ollas de bronce, accesorios y esculturas que reflejan la perfección de la talla de esa cultura.
Muchos de estos arcones y baúles sirvieron para transportar parte de las dotes de las mujeres en las ceremonias de matrimonio, explica Jaivir Hooda en un perfecto inglés británico.
Este indio, junto a su pareja suiza, Tatyana Trepp, llegaron al país y decidieron ponerle cuerpo a uno de sus sueños: abrir una tienda donde se ofrezcan verdaderos muebles y obras de arte antiguas: Satya Arts y Antiques.
La gran mayoría, explica Trepp en perfecto español, se muestra tal cual, o sea sin ningún retoque ni restauración.
Claro, los precios de los artículos están en concordancia con la importancia de los objetos y varían desde USD 100 hasta USD 5 000, que es el precio que tienen algunas puertas.
En el website https://www.satyaantiques.com se observa un pequeño catálogo de los objetos que se ofertan.