La jardinería está dejando de ser un pasatiempo de jubilados o un ‘hobby’ de fin de semana. En la actualidad, se ha convertido en uno de los remedios de última data para frenar a ese enemigo silencioso que es el estrés.
Y no lo digo yo, sino los psicólogos actuales. Estos especialistas han descubierto que plantar geranios, podar cipreses dorados y desyerbar semanalmente el jardín tiene un efecto sedante más efectivo que la dudosa acción de medicamentos o tranquilizantes.
Sin embargo y aunque ame las plantas, tenga todas las herramientas que se necesitan. Además, ostente una paciencia enorme, si no tiene conocimientos -aunque sea básicos- del oficio, porque en vez de desestresarse puede ocasionar un efecto contrario e indeseado.
¿Entonces, qué hacer?
Los jardineros recomiendan tres cosas: informarse lo que más se pueda (a través de Internet, cursos rápidos); seguir los consejos que traen las recetas, abonos y fertilizantes; y preguntar, preguntar y preguntar, especialmente a quienes venden las plantas e insumos.
¿Hay una regla de oro? Seguro.
Aunque el éxito de un jardín depende de muchos factores -desde las plantas que se escogen, el terreno donde se siembran o los cuidados que se les brinda- no existe nada que altere más la vida de un jardín que el clima.
De nada vale que llene su jardín de hermosas variedades, si estas no soportan las condiciones climáticas de la zona en la cual están sembradas.
Es vital entender que cada especie tiene su hábitat y sus especificaciones.
Cada una, asimismo, exhibe sus límites particulares con respecto a los cambios ambientales.
Si compra las especies adecuadas para el clima de su lugar de residencia; tiene ganada la primera batalla.