Ambiciosa es un adjetivo que calza como anillo al dedo a Camacol, la feria de la construcción colombiana que culminó el sábado pasado en Medellín, la segunda metrópoli en importancia del país norteño.
La Cámara de la Construcción de Colombia (Camacol) se afana en objetivos y en realizaciones. Bastan tres datos para puntualizar esa amplitud de horizontes que maneja esa exposición: en los 22 000 m² de la Plaza Mayor se arrojaron expectativas de negocios por USD 118 millones, lo que significa un aumento del 15,6% respecto de la Expocamacol 2008.
En total, participaron 300 empresarios extranjeros en las ruedas de negocios, convocados a través de las oficinas de Proexport (organizador) en el exterior, quienes realizaron durante tres días un total de 1 735 citas comerciales, entre compradores y exportadores.
Estas son cifras mayores, solo comparables con las que se manejan en las ferias de la construcción de Buenos Aires o Santiago de Chile e, incluso, en la Miacon, la feria de la construcción de Miami, Estados Unidos.
Si a esta ambición se fusionan la organización y el sentido común, pues se cumple con las metas proyectadas, como fue el caso de la pasada Camacol.
El sentido común impuso su lógica e hizo que los organizadores dispusieran que la feria se realizara cada dos años, el tiempo idóneo para que no haya saturaciones ni contrapesos ni decepciones, como sucede en otros países, incluido el nuestro.
La organización también puso su sello en la distribución espacial de la feria. Se habilitaron seis pabellones independientes, cuyo cordón umbilical fue el vestíbulo principal. El pabellón blanco reunió todo lo que tiene que ver con la ‘domótica’, la energía, la comunicación y los acabados; el rojo, los materiales de construcción y ferretería; el azul, las estructuras metálicas, pinturas, impermeabilizantes, hidrosanitarios y cerraduras; en el amarillo mostraron sus nuevas caras los ladrillos, las griferías y los electrodomésticos.
Hubo un pabellón especializado en cementos y las áreas exteriores ofrecieron maquinarias y viviendas alternativas.
Entre las novedades estuvo la introducción a la vivienda de interés social. Así, por ejemplo, Cerapia S.A.S. que es una empresa antioqueña, creó un sistema de piezas cerámicas autoajustables (PCA), para la construcción de viviendas económicas, dignas y sostenibles. Esta alternativa consta de cinco ladrillos básicos con los que se elaboran casas cálidas y frescas de acuerdo a las condiciones climáticas y que además son seguras, estéticas y sismorresistentes.
La responsabilidad social también estuvo en la exhibición, con empresas como Indupuertas, que fabrica puertas para baños creadas especialmente para las personas en situación de discapacidad, las cuales son fabricadas en acero inoxidable o lámina galvanizada.
Adicionalmente, llamó la atención un gran cubo de 100 m², construido con materiales donados por las empresas participantes en la feria. El Pabellón Desconectado fue un proyecto sostenible de construcción colaborativa, espacio innovador en el que convivieron diversas tecnologías con la sostenibilidad como eje transversal.