Espacios coloridos y amplios

En el campus Tomasito de la Unidad Educativa Tomás Moro, los equipamientos, como los lavabos y baterías sanitarias, están diseñados a la escala de los pequeños que los utilizan. Foto: EL COMERCIO

En el campus Tomasito de la Unidad Educativa Tomás Moro, los equipamientos, como los lavabos y baterías sanitarias, están diseñados a la escala de los pequeños que los utilizan. Foto: EL COMERCIO

El arquitecto Santiago ‘Lolo’ Callejas explica que el espacio de estudios debe cumplir condiciones para mejorar el desempeño.

“La norma internacional exige que no se supere los 25 estudiantes por aula. Se debe tener en cuenta que se requiere al menos de 1,5 m² por cada dos estudiantes en aulas y 2,5 m² por cada alumno en áreas exteriores”.

Un total de 200 alumnos y 26 maestras comparten el campus del Tomás Moro, que tiene 2 800 m² de terreno con 1 300 m² de construcción.

Santiago Álvarez, director de la institución, dijo que para el diseño y construcción se manejó un concepto de calidad ambiental con seguridad. Es así, que para el acceso a los tres niveles se construyeron rampas. Eso reduce el riesgo de caídas y accidentes entre los niños. El césped sintético de las áreas recreativas se combina con el pasto natural y jardineras para cada aula.

Díaz explicó que la incorporación de espacios verdes en escuelas y colegios, además de armonizar el ambiente, posibilita la creación de espacios participativos y de aprendizaje.

Carolina Pinzón, directora del Tomasito, aseguró que en las jardineras se trabajan proyectos de siembra de varias especies para que los niños experimenten.

En la educación inicial es importante poner atención en los materiales que no sean inflamables, como bloque, yeso... Los bordes de circulación deben ser redondeados y protegidos. Para mejorar la seguridad se puede instalar grifería a presión, cerraduras antibloqueo.

Para Callejas, es importante mantener el equilibrio entre las áreas exteriores cubiertas y abiertas. Eso permite dinamizar las actividades recreativas y de descanso de los estudiantes.

En el Colegio Femenino Espejo, por ejemplo, se aplicaron técnicas constructivas que permitieron dejar libre toda la planta baja para el tránsito de las estudiantes. Eso permite tener un espacio cubierto que puede ser utilizado según la variabilidad del clima.

La construcción de nuevos colegios en Quito modifica el paisaje urbano. Por eso, Callejas aseguró que las nuevas edificaciones educativas deben integrarse arquitectónicamente al sector en el que está emplazado.

En el sector de San Enrique de Velasco, el moderno diseño del Colegio María Angélica Idrobo combina con la arquitectura moderna de un amplio y moderno conjunto habitacional. El complejo educativo fue inaugurado el pasado lunes, en el sector de El Condado y fue diseñado y financiado por la Dirección Nacional de Servicios Educativos, Dinse.

Tres características
Un centro educativo  debe responder a los patrones de movilidad urbanos.  Guido Díaz asegura  que  la sectorización de la educación es una política adecuada, pues    permitirá reducir los desplazamientos motorizados de los estudiantes.

Las zonas recreativas  también deben estar en proporción con las áreas construidas. Lo ideal es que equivalgan al 20% de la superficie total del conjunto, por lo menos.  

La escala es esencial  en estos establecimientos. Si hay niños, el equipamiento y el mobiliario deben estar en ese rango. Los sanitarios y lavabos, también, como sucede en el centro educativo Tomasito.

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