Adriana Hoyos realizó el diseño interior de los departamentos de la Torre Trump de Panamá, la más alta de Latinoamérica. Aquí cuenta los detalles del trabajo. Su punto de vista. Los artesanos ecuatorianos tienen una técnica superior y preciosista.
¿Cómo empezó… el sueño?
Cuando concursé para el diseño y decoración del edificio más alto de Latinoamérica no me sentí cohibida sino motivada. Fue un nuevo reto. Cuando me recibieron como posible candidata caí en cuenta que era la única empresa latinoamericana en participar. Había una japonesa, otras estadounidenses (de California, de Atlanta, varias de Nueva York…), algunas italianas…
Debo aclarar que participé para el diseño interior y la decoración de los departamentos únicamente, no del hotel.
¿Eso no le causó inquietudes o miedos?
No. Nunca perdí la esperanza. Pero cuando me llamaron –hace unos tres años- a confirmarme que yo había sido seleccionada lo primero que pensé es que me estaban ‘vacilando’. No, no, no sabía y me dio mucha emoción. Es que era estar al mismo nivel que muchas y prestigiosas empresas internacionales.
De hecho, las exigencias y el nivel eran tal, que contrataron a dos empresas: una para que decore el hotel y otra para que ponga a punto a los departamentos. Hay una tercera empresa que decorará el casino, pero hasta ahora no sé que haya un ganador.
¿Con qué se quedó Adriana Hoyos?
Adriana Hoyos fue designada para la parte residencial. Una compañía muy famosa de Atlanta para el hotel. Era un gran volumen de trabajo, ciertamente.
¿Cuál fue el concepto que primó en su concepción del diseño de las viviendas?
El concepto fue transmitido por los propietarios del complejo, la Compañía Trump de Nueva York. Los lineamientos eran claros: yo debía seguir un ‘sophisticated’, un estilo internacional que gustara a todas las culturas, ya que los clientes que estaban buscando no eran panameños sino de todas las partes del mundo… europeos, americanos, rusos…
¿Entonces?
Los ambientes no debían tener toques locales. La decoración debía acomodarse a todas estas personas. Los ambientes son universales, que gustan en todas partes. Neutrales y, al mismo tiempo, sofisticados.
¿Cómo logró complacer a todo el mundo? ¿Qué colores usó? ¿Cuáles texturas?
Se utilizaron colores suaves. El beige, el chocolate, el gris.
Dimos, también, tres opciones de vivienda. La contemporánea, donde el color esencial fue el blanco, el negro, el metal, el gris. La cálida sofisticada, que estaba orientada a un cliente un poco más tradicional y que quiere tranquilidad; y la tropical elegante, para las personas que quieren vivir más Latinoamérica y que ofrece tonos más vibrantes. En este tipo entraron más colores alegres, texturas, el mismo coco…
¿El estilo siguió una línea minimal, que está en boga?
No. Fue una fusión. Los departamentos son muy sencillos, no son minimalistas pero pueden pasar por algo muy moderno.
¿Y el mobiliario?
Algunos de mis distintas colecciones. Pero también requerí hacer un mobiliario específico, por requerimientos de la Organización Trump. La primera porción de los apartamentos, que se llama ‘Bay love’ -110 unidades- fue diseñada completamente por nosotros. Son frescos y modernos. En los lofts utilizamos un diseño más contemporáneo y actual.
¿Y el ‘lobby’?
Debía ser algo impactante. Lo que me pidieron los promotores era que la persona que entrará al ¿lobby’ se quedará sin aliento. No me dieron más pausas. Era lograr el efecto ‘guau’.
¿Cuánto se demoró en lograr el efecto ‘guau’?
Rompiéndome la cabeza. Me tomó más o menos un año y medio. Desde que fui contratada hasta hace unos seis meses, que estuvo terminado. ¿Cómo lo logramos? Con una mezcla de materiales exóticos. Llevamos cuarcita de Turquía, maderas finas de varias partes…
Usted habla siempre en plural, ¿por qué?
Porque hay un gran equipo detrás mío. De diseñadores, de artesanos nacionales. Nuestros artesanos son lo mejor, una mano de obra extraordinaria.
Adriana Hoyos
Su experiencia. Nació en Colombia. Estudio en Colombia, Washington y otras ciudades del mundo. Desde hace 25 años vive y trabaja en el país.