Los detalles de la cultura Puruhá adornan diversos ambientes y escenarios de la edificación. Hay murales, figuras… Fotos: Ángel Barona para EL COMERCIO
El estilo rústico de las cabañas que edificaron los comuneros de Pulinguí San Pablo -para iniciar su emprendimiento turístico– son su atractivo más publicitado. La construcción fue hecha con piedras volcánicas y paja; y se ambientó al estilo de las viviendas tradicionales de esa zona.
De hecho, la idea de dormir una noche como lo hacen los indígenas nativos de ese sector, situado en las faldas del volcán Chimborazo, es parte de la experiencia turística que promocionan los emprendedores.
La infraestructura se denominó Casa Cóndor en honor al ave que representa el hábitat en el páramo y, porque vista desde el aire, se puede apreciar la forma de un cóndor.
Allí hay espacios para hospedaje, jardines de plantas nativas, dos tiendas de artesanías, una estancia y un restaurante.
El mobiliario está acorde con la tipología de la casa.
La casa se ubicó sobre un espacio comunitario de unos 800 metros cuadrados (m²) y fue construida desde 1997 por los habitantes de esa comunidad indígena, con el apoyo de una organización no gubernamental de Canadá.
“En ese tiempo no teníamos experiencia trabajando en turismo, no teníamos una idea clara sobre la construcción, pero los extranjeros nos sugirieron aprovechar los paisajes y los materiales del lugar”, recuerda Olmedo Cayambe.
Para los comuneros, este nuevo espacio se convirtió en poco tiempo en el símbolo del desarrollo de su comunidad. Los turistas empezaron a llegar atraídos por la originalidad de la construcción y la vistosa fachada principal.
Los dormitorios pueden acoger hasta a 38 personas.
Simultáneamente, los jóvenes y adultos de Pulinguí San Pablo empezaron a capacitarse sobre la atención al cliente, el manejo de emprendimientos turísticos y se certificaron como guías naturalistas de montaña.
Entre tanto, las mujeres optaron por la elaboración de artesanías de lana de alpaca y llama. Ellas también recibieron capacitación de varias entidades no gubernamentales.
Hoy sus creaciones ocupan el espacio más importante en la construcción, se exhiben en las vitrinas de la estancia principal y en una cabaña denominada ‘Warmi Wasi’ (Casa de Mujeres).
El mobiliario del comedor comunitario es de madera.
Ese espacio está decorado con prendas de vestir de la cultura Puruhá y un muestrario de las comidas típicas de la zona. La construcción se sostiene con vigas de madera de eucalipto, y las paredes están revestidas con esteras de totora.
“Este material no solo es decorativo, sino que también ayuda a conservar el calor y a volver el espacio más acogedor”, opina Cayambe, quien es el gerente de la operadora turística Puruwa Razurku.
Esta misma técnica se aplicó a las paredes de los dormitorios, donde además fue necesario instalar un sistema de calefacción para soportar el clima gélido del páramo.
Hay habitaciones múltiples con capacidad para 38 personas y una habitación matrimonial.