Todo empezó cuando me casé con Maricruz, hace cuatro años. Como toda pareja nueva no teníamos nada en casa. Empezamos a buscar por la red algunos muebles y encontramos al ‘fatboy’, una almohada gigante, como se le dice en otros países. Yo me puse a buscar un lugar donde vendieran aquí en Ecuador pero no lo conseguí. Así que se nos ocurrió empezar a crear algunos por nuestra cuenta”, cuenta Giovanny Morales, de Decopuff.net.
Después de una investigación un poco más rigurosa descubrimos que el mejor material de relleno era la espumaflex granulada para que se pueda amoldar a cualquier forma y para la superficie encontramos cuero sintético, añade.
Los puffs son asientos acolchonados, como una funda, que no tienen respaldo ni patas y están rellenos de las bolitas de espumaflex. Son suaves y se adaptan a la forma del cuerpo de quien se sienta en ellos.
Son elaborados en lana, cuero, algodón, terciopelo o seda, aunque se recomienda el cuero sintético.
El proceso que ahora ya planificado tiene un orden. Primero en el pequeño taller trabajamos alrededor de 15 personas. “El diseño es primordial así como el estudio de costos. Ya aprobados estos dos pasos, comienza la tarea. Un grupo de cuatro chicas se encargan del corte y luego de la costura de las piezas”.
Ya cuando está listo, pasa al relleno. Acomodamos una especie de dispensador de espumaflex en el techo para no tener problemas porque cuando ya esta lleno es bastante complicado vaciarlo, explica el especialista.
El último paso es el más chévere, cuenta Morales. “Uno tiene que sentarse en el puff para darle forma y así mostrar, de paso, que es resistente a todo.
Entre las ventajas que ofrece este práctico invento está la comodidad, ya que se amolda al cuerpo de quien lo utiliza. Además son económicos en comparación a los muebles tradicionales. Su precio va desde los USD 25, son fáciles de limpiar.