En la última década, Quito se extendió hacia los extremos. “En el norte hacia Calderón y en el sur a Quitumbe, con la diferencia de que en este sector sí se aplicó un plan de desarrollo, mientras que en el otro, los asentamientos fueron desordenados”, dice el arquitecto Carlos Fajardo.
De acuerdo con Fajardo, la ciudad dentro de la nueva visión de la Municipalidad no puede seguir creciendo hacia los extremos porque encarece la dotación de los servicios básicos, es por eso que se ha pensado en un crecimiento hacia arriba.
Las densidades de uso de la ciudad demandarán nuevas infraestructuras, dejando desechas las existentes, dice. Por ejemplo, cuando deje de operar el actual aeropuerto, el Municipio determinará cuál es la altura de edificación en el sector.
Según el ingeniero Diego Carrión, por un lado se establecen límites de la ciudad y por otro, la municipalidad define políticas de desarrollo en infraestructura vial fuera de ellos. “Generamos un crecimiento expansivo y no uno en altura y auspiciando la especulación del suelo”.
Alberto Andino, presidente del Colegio de Arquitectos, comenta que el límite urbano en la ciudad se estableció hace más de 50 años pero no ha funcionado. “La tierra fuera del límite urbano fue más barata y promovió el tráfico de tierras. Se deben plantear alternativas de urbanización utilizando terrenos que tienen equipamientos”.
Es imperante, añade el titular del Colegio, que las municipalidades tengan un papel fundamental en la planificación de la ciudad, con el fin de encontrar mecanismos que reorienten las actuales tendencias de usos y así se logre evitar una especulación inmobiliaria. Una revisión al catastro se hace ineludible.
Según el corredor de bienes raíces, Santiago Bermeo, el auge inmobiliario trajo una revalorización del suelo que no obedece a una lógica de mercado (a mayor demanda mayor precio) sino más bien a la del equilibrio financiero. Esto elevó el costo de la tierra, convirtiéndose en un obstáculo para los programas masivos de vivienda social.
Si bien se descartó la posibilidad de una burbuja inmobiliaria, el aumento en los precios de la vivienda se debe a otros factores fuera de la elevación de los costos de producción.
En el caso de los créditos del Biess, los constructores reconocen que la oferta hipotecaria con altas facilidades de acceso para el afiliado pudo generar un proceso especulativo respecto del costo del suelo, de cara a nuevos proyectos habitacionales.
Gustavo Rivera, consultor independiente en temas inmobiliarios, dice que la banca pública, en los años recientes, entregó créditos a los constructores “sin otro criterio que el olfato”. Con inyección de liquidez para construir, los dueños que se dedican al ‘engorde’ de sus predios, pusieron precios fuera de lógica.
Los constructores, en el caso de la capital, tienen mapeados los territorios en que se infla la burbuja del m² de tierra.
Por ejemplo, un terreno ubicado en San Rafael, en el valle de Los Chillos, que antes tenía un costo de USD 45 el m² ahora cuesta USD 60. En la Mitad del Mundo subió de USD 12 a USD 15 por m² y en Puembo ha llegado a costar USD 13,50.
Frente a este horizonte, los constructores regresan la mirada al precio del suelo para superar el dilema de cómo ofrecer soluciones populares, si los predios en los sitios económicos llegan a costar hasta 100 el m².