Las cabañas son construcciones simples compuestas de mampostería de caña y techos de cade. Fotos: Juan Carlos pérez/ EL COMERCIO
En las comunas tsáchilas, la caña guadúa es un pilar en la construcción de casas, cabañas, sitios para los rituales y paraderos turísticos.
Debajo de los tejados, esta gramínea bambú sostiene toda la armazón superior de las estructuras. Para el tsáchila Manuel Calazacón, la clave está en entrelazar la caña en forma de V invertida. Así se logra el equilibrio del andamiaje y se garantiza el soporte de los demás elementos, como la cubierta de paja toquilla.
El exgobernador tsáchila, Héctor Aguavil, asegura que esta técnica data de hace 500 años, cuando los primeros nativos se idearon una forma para protegerse de los cambios climáticos.
El modelo de la casa tsáchila incluye otros componentes como el pambil, el laurel y el abacá, productos de la zona. Esta última fibra sirve para amarrar los maderos.
Las paredes y elementos interiores son fabricados con guadúas cortadas en pequeños pedazos (latillas). Foto: Juan Carlos Pérez/ EL COMERCIO
La tradición de utilizar estos accesorios se mantiene hasta la actualidad, en las siete comunas tsáchilas y es una de las pocas que sigue vigente.
El gobernador de la etnia, Javier Aguavil, afirma que el 80% de los 2 500 integrantes de la nacionalidad tienen destrezas para hacer estas construcciones artesanales.
Los cortes de la caña van desde 1,50 hasta 8 m. Miguel Aguavil, un artesano de la comuna El Poste, explica que antes de cada construcción la caña es sometida a un proceso de acabado. Se la lija y barniza para que adquiera brillo y un terminado atractivo.
En la comuna Chigüilpe, en el km 7 de la vía Santo Domingo- Quevedo, hay una campaña en marcha para renovar toda la caña existente en 30 estructuras. Con el pasar de los años, esta fue debilitándose por las polillas y la humedad.
La dirigente de la comuna, Albertina Calazacón, señala que en el momento se han obtenido unas 1 500 unidades de caña para la iniciativa. La rehabilitación se da tras 25 años de haberse levantado las cabañas y casas tsáchilas.
Alfonso Aguavil, encargado de la preparación de la madera, comenta que esperaron dos meses hasta que las cañas, que estaban verdes, adquieran el amarillo de la etapa de madurez. Según la Gobernación Tsáchila, en las comunas se tienen alrededor de 100 hectáreas plantadas con caña cerca de los ríos.
El expresidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Santo Domingo, César Loor, explica que son procesos artesanales en los que el ojo humano se convierte en una suerte de flexómetro para la definición milimétrica de cada componente, como la caña.
Comenta que pese a las herramientas que se disponen, los tsáchilas aún prefieren hacer sus mediciones con la cuarta de sus manos y elementos propios del campo.
Manuel Calazacón indica que se trata de una técnica basada en sus tradiciones más antiguas, en las que la precisión, incluso, se mide con la fibra del abacá, que oficia de flexómetro.
Construcción
Guadúa, paja toquilla y fibras de abacá son materiales que usan los tsáchilas desde siempre