Los diseños de íconos mundiales de Bo Concept son alternativas de este tipo, con cualidades modernas. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO
Cuando se piensa en ambientes pulcros se parte del color. Los profesionales de la arquitectura interior recomiendan intensidad de tonos en detalles, para marcar puntos focales. Sin embargo, es posible usar colores fuertes en objetos grandes, si se complementan bien en el ambiente.
Según el arquitecto José Antonio Rivas, lo que comúnmente se hace es usar muebles de colores neutros y detalles de tonos vivos. Esto, para no saturar un ambiente. “Por lo general se usan muebles de colores blanco, beige, gris o café en diferentes escalas. El toque de vida se marca con colores fuertes en accesorios o complementos como poltronas, alfombras, cojines…”.
Pero, como la decoración es creatividad y originalidad, comenta Rivas, “nada es ley. Se puede innovar y romper las reglas. Lo importante es hacerlo bien, sin perjudicar la armonía de un ambiente”.
El naranja en el sofá principal es una alternativa.
Todo lo expuesto anteriormente puede suceder de forma contraria: los muebles grandes sí pueden ser intensos en color, sin saturar una estancia.
María Fernanda Andrade, interiorista, dice que la tendencia en decoración es tomar riesgos. Al optar por esta alternativa, asegura, lo más importante es hacerlo con asesoría profesional, para no cometer errores de concepto.
Su recomendación es buscar contrastes originales pero armónicos. “Lo que se suele pensar es que al usar colores fuertes un ambiente deja de ser elegante, pero esto no determina nada. Si ese color fuerte está bien equiparado no sucederá esto. La elegancia también depende de aspectos como el diseño de los elementos”.
La intensidad también se puede marcar en la alfombra.
Un sitio interesante de la casa para aplicar esta iniciativa es la sala, indica Rivas. Esto, porque “el área social es la más concurrida y la que marca el estilo de toda la casa”.
Si se trata de romper reglas, lo esencial en este sitio será que el sofá principal sea del color más llamativo. A partir de él se empieza la composición del espacio, explica Andrade, aunque se puede hacer con otros elementos. “Los tonos más originales podrían ser el naranja, el amarillo o mostaza y el verde en sus diferentes tonalidades”.
Si se opta por un sofá con alguno de estos tonos, luego hay que pensar en complementos que bajen la intensidad en contraste, añade la interiorista. “Lo más importante son la alfombra, la mesa de centro, los organizadores, la lámpara de piso y, luego, las cosas más pequeñas como cuadros, adornos, esculturas o cojines”.
El amarillo o mostaza contrasta con blancos y grises.
Rivas recomienda que los implementos secundarios sean blancos, grises o beige para lograr armonía. “Si tenemos un sofá naranja, acompañado de una alfombra beige y una mesa de centro blanca, con cojines blancos y detalles beige sobre el mueble, el color de este no tiene por qué saturar”.
Las lámparas de piso –añade– podrían ser grises o del mismo color de la alfombra o los cojines para establecer combinaciones equiparadas.