La gran diversidad de actividades que se llevan a cabo en una cocina implican el máximo riesgo para los alimentos; es decir, son el factor que más facilita su contaminación.
Por eso, explica el Arq. Ramiro Soasti, un diseño inadecuado de la cocina puede ocasionar contaminaciones y dañar los alimentos. Unas instalaciones mal diseñadas o construidas con materiales inadecuados facilitan los focos de contaminación, como insectos y roedores. Estos incrementan de forma notable los peligros ya inherentes a la actividad que se desarrolla en una cocina.
Todo diseño debe ceñirse a los requisitos que estipula la ley en el marco de seguridad alimentaria e higiene, dice el Arq. Renato Arcos. Por esa razón, cuando se amplía una cocina es recomendable construir una medida de las actividades rutinarias del hogar.
La preparación de comida debe fluir de manera ordenada, desde la recepción de las materias primas al lugar de almacenamiento, la preparación, la elaboración, el mantenimiento y el servicio a las mesas, dice Arcos. Nunca debe volverse hacia atrás ni entrecruzar direcciones.
De manera independiente al tamaño de la cocina y su funcionalidad, debe disponer de áreas separadas para cada categoría de alimentos y accesorios. Las encimeras y los anaqueles deben tener esas características: en los muebles bajos se guardarán ollas, peroles y vajilla; y en los altos los alimentos que no necesitan refrigeración y duran más. Para estos productos no perecederos, el mueble deberá ser un lugar fresco, seco y libre de olores agresivos
Obvio, dice Soasti, debe haber un lugar específico para la refrigeradora, la cocina y el microondas. También es recomendable poseer un extractor de olores.
Hay que disponer de un espacio suficiente para la circulación cómoda de los manipuladores y dejar huecos entre los diferentes equipamientos para que circule el aire entre ellos.Al menos, explica Arcos, debe haber una zona libre de 1,20 m para las circulaciones. Así no habrá choques entre personas ni accidentes.
La zona sucia es esencial. En esta parte se incluyen las zonas de lavado y la salida de los desperdicios. Esta salida debe tener una dirección paralela a la de elaboración y nunca deben cruzarse entre ellas. La zona donde se depositan los desperdicios debe estar aislada del resto de partes.