Coca tiene un parque joven y con identidad

Las luminarias pintan el agua de la fuente de forma estética. Foto: Mario Egas / EL COMERCIO

Las luminarias pintan el agua de la fuente de forma estética. Foto: Mario Egas / EL COMERCIO

Los atractivos que ofrece al residente el nuevo parque central de Coca se dividen en tres grandes vectores: los juegos infantiles, la plaza cívica y los espacios verdes.

Pablo Moreira, uno de los cuatro diseñadores, hizo esta distinción en la conformación del espacio en el parque. La plaza cívica tiene una relación directa con un eje importante, como es la calle Napo. “Es una característica emblemática para la calle, que tiende a convertirse en un bulevar”.

La plaza cívica remata con un escenario, dándole un aire emblemático al sitio. Moreira detalla que el acabado en piedra y un sistema de vegetación regulado (jacarandás y almendros) da formalidad a este espacio.

La madera es otro de los detalles que conforman la plaza cívica. El seike inmunizado se tomó en cuenta para la colocación del entablado (deck) del escenario. Pero la intención para el uso de este material es otorgar al visitante una mayor comodidad al momento de sentarse, acostarse, caminar o todo lo que se le ocurra hacer en la plaza cívica.

Pero el parque no solo se caracteriza por esta formalidad. El toque de frescura y diversión se encuentra en los juegos infantiles.

El diseño curvilíneo y orgánico de los juegos compagina con el resto de los espacios. Una barrera de bambúes encierra el espacio y lo vuelve íntimo y seguro para los niños, quienes casi siempre van acompañados de sus padres.

El área lúdica también hace honor a la Amazonía. Pequeños delfines de madera se mueven por la acción de resortes ubicados en la parte baja de la estructura.

Los infantes le dan vida a este tipo de atractivos cuando se montan en alguno de ellos. La madera predomina en la mayoría de los juegos. La torre de la tarabita es un ejemplo de esta conformación.

Las resbaladeras, escaleras chinas y columpios se pierden entre los muchos niños que se las disputan. Las madres pueden descansar y vigilar a sus hijos en las bancas de hormigón visto del lugar.

Moreira asegura que el parque está lleno de contrastes. “Quisimos dotar de un corazón verde a una ciudad que, aunque está emplazada en el medio de la selva amazónica, no tiene mucha vegetación en su damero urbano”. Para eso utilizamos especies endémicas como jacarandás.

Para contrastar se usaron materiales como piedra en el piso y hormigón visto en las bancas. La idea es que, con el pasar del tiempo, todos estos materiales tengan una vejez noble, asegura Moreira.

El tercer espacio para el visitante es el área verde. Sus formas elevadas hacen que el visitante cambie el caos de la ciudad con la armonía de la naturaleza.

Los sonidos de los parlantes, ubicados en diversos puntos del piso, dan al caminante una tranquilidad propicia para disfrutar del paseo. La piedra suelta hace más cómoda la caminata.

La iluminada fuente y sus chisguetes de agua ponen el resto.

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