La casa ecológica toma impulso

Los jardines son regados con los sistemas de recolección de agua lluvia. Foto: Xavier Caivinagua/PARA EL COMERCIO

Los jardines son regados con los sistemas de recolección de agua lluvia. Foto: Xavier Caivinagua/PARA EL COMERCIO

Los jardines son regados con los sistemas de recolección de agua lluvia. Foto: Xavier Caivinagua/PARA EL COMERCIO

Piedra de cantera, caña guadúa, barro, carrizo, bahareque... son materiales que se emplean para edificar casas ecológicas en Cuenca. La propuesta es reducir los impactos ambientales y tener un manejo eficiente de recursos como el agua, el viento y la energía.

Más de 10 proyectos de este tipo se edificaron en Cuenca desde el 2010 por parte de la constructora Al Cubo Arquitectura. Su intención es usar materiales menos tóxicos y amigables con el ser humano.

Según la arquitecta Valeria Bustos, la tierra tiene la capacidad de absorber y neutralizar la contaminación. “Las paredes enlucidas o empastadas son estéticamente hermosas, pero afectan al organismo porque el magnetismo y la contaminación ambiental rebotan en las paredes”.

El proyecto más grande se ejecutó en el 2011 y fue una casa de acogida en el cantón Cuenca. Allí se usó mampostería de bahareque ligero y un superadobe, que es una suerte de chorizo de tierra (barro preparado) envuelto en telas de los saquillos, que son cosidos.

También se usó una estructura de caña y se implementaron biofiltros, baños secos, sistema de recolección de agua lluvia, huerta sostenible, paneles solares… Según Bustos, este proyecto abrió las puertas para este tipo de arquitectura. “Al inicio no se aceptaba mucho la propuesta o se pensaba que solo podía ejecutarse en las zonas rurales”.

Otra proposición es crear ambientes confortables sin acudir a calefacciones eléctricas ni de gas, que conservan el calor del día para las noches y la frescura nocturna para el día.

Según Bustos, con aislamientos naturales también se evita el ruido en el interior de las viviendas. Para ello, se emplea un bahareque ecológico en cuyo interior hay una cámara de aire, que es el equivalente a los aislamientos industrializados. En esta alternativa se utilizan fibras naturales desechadas, que son procesadas.

El tiempo de construcción dura entre seis y ocho meses como el sistema tradicional. El costo depende, señala Bustos, de los acabados o elementos se quieran incorporar. “Pero en la obra tosca puede existir una inversión menor porque la caña y el barro son más económicos”.

Otras opciones son los sistemas de calentamiento de agua o fotovoltaico para la generación eléctrica. Los techos verdes cierran el ciclo térmico, dice Bustos. Según ella, se deben escoger plantas apropiadas y que la tierra sea liviana.

Finalmente, es importante la recolección de agua lluvia para destinarla al riego y limpieza de áreas exteriores. “Hay que tener conciencia que somos una industria contaminante al edificar las ciudades y hay que reducir en parte el impacto”.

Para el presidente de la Cámara de la Construcción de Cuenca, Pedro Medina, es un sistema ancestral armonioso y coherente con el ambiente porque materiales como el bahareque sirven para el control de la temperatura. “Lo importante es que las técnicas mejoren para reducir los costos de construcción”.

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