La articulación y la concepción de un espacio educativo que optimice el diseño y mejore el proceso de aprendizaje es un reto para arquitectos, constructores y educadores. La calidad ambiental y la versatilidad de los espacios son dos conceptos que predominan en los centros educativos más modernos.
Para el arquitecto Guido Díaz, el concepto arquitectónico de un centro educativo debe ser dinámico.
En el caso de las aulas, por ejemplo, se debe propiciar una organización más flexible. Esta disposición espacial se logra con el diseño de aulas en formas circular, trapezoidal, hexagonal o poligonal.
Este tipo de diseños permite adoptar nuevas formas de trabajo entre profesores y alumnos. “Los alumnos pueden acomodarse alrededor del profesor o formar áreas de trabajo con el mobiliario adecuado”.
A su vez, estas nuevas formas de organización, en el aula, modifican y mejoran la interrelación entre alumnos y maestros.
En el campus Tomasito, de la Unidad Educativa Tomás Moro, hay bancas de forma trapezoidal que fácilmente se adaptan para que los niños puedan trabajar de forma individual o grupal. La incorporación de madera en los techos y los amplios ventanales mantienen un ambiente temperado y una amplia iluminación que se traduce en el ahorro de energía eléctrica.
En el nuevo Colegio Nacional Experimental María Angélica Idrobo, emplazado en San Enrique Velasco del Condado, también hay aulas de esta tipología.
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