Catorce familias de escasos recursos en Pisullí, barrio ubicado en el norte de Quito, cuentan con casas nuevas. La organización Un Techo Para mi País, con el apoyo del personal de seis empresas y estudiantes universitarios, construyó las viviendas el pasado fin de semana.
Los voluntarios requirieron de dos días para levantar las edificaciones, hechas de paredes de madera de pino y techos de zinc. Trabajaron el sábado y el domingo, de 07:00 a 17:00.
Byron Novay (21), su madre, cuatro hermanos y 12 voluntarios de Correos del Ecuador celebraron la inauguración de las nuevas viviendas, posando para la foto oficial.
Uniendo sus manos en forma de punta, en representación de la organización, gritaron fuertemente: “¡Un techo para mi país!”, delante de la edificación pintada de azul.
Blanca Zambrano, madre de Byron, estaba contenta. En su antigua vivienda, hecha a base de ladrillos y con ventanas cubiertas de plástico, había goteras y entraba el frío. La nueva casa de los Novay está ubicada en el mismo terreno de la antigua. Tiene 18 metros cuadrados y 2 ventanas cubiertas con vidrios.
Stephanie Romero, directora de comunicación de Un Techo para mi País, explicó que aunque la garantía de las casas es de 10 años, estas son provisionales o “de emergencia”. Es decir, la idea es que las familias luego se trasladen a viviendas con todos los servicios básicos. Actualmente, solo algunas zonas de Pisullí cuentan con agua, electricidad y alcantarillado.
Varios pasos son necesarios para la construcción de las casas. Primero, se entierran 15 pilotes sobre el suelo que sostienen el piso de madera, con el fin de proteger la vivienda de inundaciones y plagas. Antes, el suelo donde van los pilotes debe ser nivelado. Después se levantan los paneles (paredes) y se colocan las láminas de zinc que componen el techo. Finalmente, se ponen las puertas, los vidrios en las ventanas y se pinta la casa.
José Antonio Borrero, estudiante de la Universidad San Francisco, guiaba a un grupo de compañeros a colocar las vigas que sostienen el techo de una de las casas. Contó que a pesar de que llovió la tarde del domingo, él y sus compañeros no se detuvieron. “Esto demanda bastante trabajo, pero me gusta saber que ayudamos a la gente”, comentó.
Al mismo tiempo, en el lado opuesto de la vivienda, otro grupo de voluntarios ponía todas sus fuerzas para nivelar una de las paredes con el techo, con la ayuda de un tronco. Sus rostros mostraban a la vez entusiasmo y cansancio.
Un Techo para mi País ha construido 1 283 viviendas en 11 provincias del Ecuador desde el 2008. Además de las 14 erigidas en Pisullí, otras 50 fueron edificadas el pasado fin de semana en Ibarra, Guayaquil y Mompiche, en Esmeraldas.
La organización elige a los sectores y familias favorecidas mediante datos proporcionados por el Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador (Siise), que les sugiere las poblaciones con más necesidades.
La organización cuenta con el apoyo de 60 organizaciones privadas, de las que provienen parte de los voluntarios y el financiamiento. Las familias favorecidas aportan con un 10% de los USD 1 700 que cuesta cada vivienda.
Sobre la construcción
Las casas construidas por Un Techo para mi País son de 18 metros cuadrados y su altura es de 2, 80 metros. Tienen dos ventanas de 74 cm x 74 cm.
La madera es utilizada en las paredes por su versatilidad y fácil manejo. El zinc, material colocado en el techo, fue escogido por su adaptabilidad , tanto en la Sierra, como en la Costa.