En el Yasuní se observan carreteras y campamentos petroleros. Foto: cortesía Santiago Espinosa.
El avance de la huella humana ha conducido al retroceso de las poblaciones de animales, incluso en las zonas delimitadas para proteger su existencia. La construcción de carreteras en los alrededores y en el interior de las áreas protegidas podría estar disminuyendo la abundancia de grandes mamíferos, como los jaguares.
Santiago Espinosa, investigador ecuatoriano y profesor de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en México, llegó a esta conclusión en su artículo publicado a inicios de este año en la revista Plos One. Según Espinosa, la construcción de caminos es una de las principales amenazas para la conservación de la biodiversidad en la Amazonía.
Para realizar sus estudios, Espinosa, junto con investigadores extranjeros, escogió la zona del Yasuní. Este lugar fue elegido por la abundancia de especies, la presencia de comunidades indígenas y las amenazas que enfrenta el lugar debido a la riqueza de su suelo.
En el territorio se realizaron mediciones en cuatro puntos: la vía Maxus, Keweriono, Tiputini y Lorocachi. Con la información recopilada se comparó el gradiente de acceso, es decir, se busco evidenciar la facilidad que tendría un cazador de llegar a estas zonas.
Desde la vía Maxus hasta Lorocachi (cerca al río Curaray), se comprobó que la dificultad para acceder iba en aumento. El primero resultó ser el lugar más intervenido por la presencia de la carretera y los asentamientos humanos, mientras que al cuarto punto se evidenció que solo se podía llegar en avión y había un pequeño grupo indígena, que contaba con sistema de manejo de cacería.
Tras comparar el gradiente de acceso, se midió la densidad de los jaguares en los cuatro sitios. En los más lejanos, se evidenció que la abundancia del jaguar era mayor.
De acuerdo con el investigador, en el sitio atravesado por la carretera la cantidad de animales es tan baja que, si se llegara a tener esa densidad en todo el parque nacional, “ese millón de hectáreas no alcanzarían para sostener una población de jaguares que pudiese subsistir a largo plazo”.
En la vía Maxus, se estima que existen 0,3 felinos por cada 100 kilómetros cuadrados, mientras que en las zonas mejor conservadas se pueden encontrar hasta cinco jaguares en la misma cantidad de espacio.
Las carreteras, según el investigador, permiten un mayor acceso de los humanos que van en busca de cazar venados, tapires o pecaríes. Las personas matan a las presas de los jaguares, por lo tanto, los felinos se quedan sin alimento.
Para Espinosa, estos resultados indican que si se continúa creando carreteras y no se establecen mayores controles a la cacería y venta de carne de monte, lo más probable es que la densidad del jaguar, con el tiempo, se asemeje a la del sitio más impactado.
David Romo, codirector de la Estación de Biodiversidad Tiputini de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), considera que las carreteras “no son las malas”, sino el uso que los humanos les han dado. Añade que si estos caminos se aprovecharán para fomentar el conocimiento del parque, con la promoción de una política de desarrollo sustentable, podrían ser de utilidad.