La reserva Biológica Antisanilla de la Fundación Jocotoco alberga cuatro nidos y dos parejas de cóndores. Fotos: cortesía Hernán Vargas y Fabricio Narváez
La falta de protección de su territorio, el avance de la frontera agrícola, la expansión de plantaciones con especies introducidas, las actividades industriales y las concesiones mineras en los páramos son algunas de las amenazas que afectan la supervivencia del cóndor andino. Este año se realizará el segundo censo nacional para evaluar sus poblaciones.
Sebastián Khon, investigador del Proyecto de Investigación del Cóndor Andino de la Fundación Cóndor Andino Ecuador, cuenta que desde el 2012 se intensificaron los esfuerzos para la conservación del cóndor a través de este proyecto que logró unir a varias organizaciones.
Antes de su inicio, se habían registrado solo dos nidos en el país. Desde que empezó la iniciativa hasta ahora se han hallado 11 nidos más. Una de las principales preocupaciones es que solo uno de los 13 nidos existentes se encuentra en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) y este permanece vacío. Los demás se encuentran en zonas privadas.
Fabricio Narváez, técnico de campo del Proyecto de Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor Andino contratado por el Peregrine Fund y Centro de Rescate Ilitio, considera que esta es una cifra que puede sonar alarmante, ya que estos territorios podrían ser transformados, poniendo en riesgo a la población de cóndores del país.
Gracias al proceso de rastreo satelital aplicado en nueve cóndores en los últimos seis años, han identificado “una buena proporción” de las áreas de uso como nidos, dormideros o estructuras geográficas utilizadas por los cóndores.
A través de los registros satelitales se evidencia que una de las principales áreas de concentración es la provincia de Pichincha y entre esas el Distrito Metropolitano de Quito. Esta provincia registra cerca del 38% de las áreas de uso.
Una de las zonas más importantes en relación a concentración de la especie a nivel nacional es la Reserva Biológica Antisanilla, que es un sitio privado perteneciente a la Fundación Jocotoco. En este punto se ha logrado censar en un solo día hasta casi el 40% de la población estimada.
Narváez cuenta que actualmente esta reserva alberga a la pareja que, posiblemente, es la mejor monitoreada en América del Sur. Ambos cóndores han sido monitoreados desde el 2012 y en este tiempo se han registrado siete eventos de anidación. De estos, uno falló y otro se encuentra en curso. Narváez explica que tener cinco polluelos en cinco años es una novedad para la especie.
“No hay muchos registros de parejas de cóndor andino que hayan tenido un proceso de anidación anual”, dice. El huevo actual de esta pareja de cóndores es el único que se ha registrado durante el primer trimestre de este año. En seis nidos se ha detectado la presencia de cóndores defendiendo su territorio.
En el 2017, se registraron dos huevos en dos zonas del DMQ. Estos no fueron exitosos al estar cerca de áreas de actividad industrial en la capital.
Ernesto Arbeláez, director del Bioparque Amaru y miembro de la Fundación Cóndor Andino, cuenta que esta especie es más vulnerable en la zona sur del país, donde él centra sus investigaciones. Allí se encuentra un tercio de la población nacional de cóndores. Esto tiene relación con una mayor cantidad de asentamientos humanos desde la antigüedad.
Para constatar el estado de los cóndores en el país, en agosto se realizará el segundo censo nacional. Esta ocasión contará con la participación de voluntarios. Las personas pueden inscribirse en Internet. El primer censo se realizó en el 2015 y se contabilizaron entre 92 y 104 individuos.