Las artesanas participantes mostraron sus collares elaborados con mullos en el parque central de este cantón lojano. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO
La vestimenta típica de la mujer de Saraguro no está completa sin los collares, las pulseras y los aretes. Esta bisutería es elaborada de forma artesanal con mullos de distintas formas, tamaños y colores.
Esa diversidad se mostró en el Concurso del Collar más Grande, que se realizó el 11 de agosto del 2019 en la plaza central de Saraguro, como parte de la Feria de Emprendimientos Culturales y Turísticos, que organiza cada mes el Municipio para rescatar las tradiciones y fomentar el turismo.
En este cantón, de acuerdo con cifras del Municipio, el 40% de las indígenas vive del tejido de bisutería de mullos. Hay cinco asociaciones que involucran a más de 150 artesanas y el resto trabaja de forma independiente. Además, tienen un espacio fijo para las ventas frente al parque central.
La técnica del tejido a mano de los collares exige concentración, paciencia, destreza y creatividad. Consiste en manejar una aguja muy fina y con su punta van ensartando cada mullo y tejiendo, dependiendo de cada modelo.
Antes era más complicado, recuerda Rosa Elena Macas, de la comunidad Lagunas. “Hoy tenemos agujas especiales para este tipo de tejido, antes hacíamos todo a mano y con precisión para ensartar cada mullo”, dijo Macas, quien ganó el primer lugar en el Concurso del Collar más Grande.
En ese evento también participaron la Asociación Kuri Warmikuna, que significa Mujeres de Oro, y tres artesanas independientes. El jurado evaluó el diseño, el número de filas de mullos, la combinación de colores y la descripción.
La vicealcaldesa de Saraguro, Rosa Macas, (izquierda) premia a la ganadora de este concurso artesanal Rosa Elena Macas. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO
La prenda elaborada por Macas mantuvo el típico diseño del arcoíris o wiphala con 72 filas de mullos y un ancho de 16 centímetros. “En este collar está la identidad de la mujer saraguro, su cultura y la cosmovisión andina”, señaló Macas.
El segundo lugar fue para la Asociación Kuri Warmikuna, que agrupa a 20 socias del poblado de Gunudel Gulagpamba y el tercero fue para María Chalán Guamán. Todas recibieron un incentivo económico y el collar ganador se exhibe en una vitrina del Municipio.
Las nuevas generaciones de tejedoras innovaron los modelos, colores y productos, pero a través de estos accesorios siguen difundiendo su cultura.
María Chalán aprendió a confeccionar los collares cuando era niña y con el tiempo perfeccionó la técnica. Ella efectúa diseños en forma de hojas, triángulos, zigzag, estrellas, aves, flores y otros elementos de la naturaleza.
La elaboración de un collar de 15 filas toma cuatro horas, pero uno de 120 filas con una mezcla de diseños (tradicional y moderno) hasta cinco días.
Entre los diseños más conocidos están el denominado Camino del Inca y los inspirados en figuras geométricas; también la chakana, que es un símbolo andino, que representa la conexión entre el ser humano y el cosmos.
Por lo general los accesorios son de colores vivos, porque representan los elementos de la naturaleza y porque se busca que resalten con el atuendo negro, blusa y sombrero de paño que usan las indígenas.
Según Flor Cartuche, funcionaria de Interculturalidad del Municipio, el objetivo del evento fue rescatar esta prenda, que es parte importante de la indumentaria local.