En las lagunas de Atillo, en Chimborazo, hay varios emprendimientos para el turismo. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO
La belleza de las lagunas de Atillo, la historia de las iglesias patrimoniales, las fiestas populares y las prácticas puruhaes están en el menú turístico de seis parroquias rurales de Riobamba y Guamote. Los Gobiernos locales de esos sitios se unieron para integrar la Mancomunidad Atillo.
El objetivo de la organización es activar la economía de las parroquias con una actividad alternativa a la agricultura y a la ganadería, que son los dos principales motores económicas en esos sectores.
“El turismo es una industria sin humo que nos tiene muy motivados porque las seis parroquias que forman parte de la mancomunidad tienen varios atractivos que no han sido explotados adecuadamente”, dice Leonardo Santillán, presidente de la Mancomunidad.
Él cuenta que esa organización se oficializó en el 2013, pero que empezó a formarse en el 2002 como una respuesta a los requerimientos de los pobladores, quienes pedían más oportunidades para emprender y generar ingresos.
Muchas comunidades de las parroquias, por ejemplo, ya recibían turistas pero no sabían cómo atenderlos, qué servicios ofrecer o los costos que debería tener cada actividad. Desde que se integró la organización ellos recibieron capacitaciones sobre ofertas turísticas, atención al cliente e incluso idiomas.
Al momento, solo llegan visitas esporádicas pero el objetivo de la mancomunidad es formar una operadora turística propia que ofrecerá tours que tengan como atractivo principal las lagunas de Atillo. Estas se complementarán con recorridos a las iglesias y otros sitios ceremoniales.
De hecho, la religiosidad de las parroquias y las prácticas culturales como producto del mestizaje son otro atractivo. En Flores y Pungalá, por ejemplo, hay antiguas iglesias que reflejan en su arquitectura la simbiosis de ambas culturas.
Pero una de las tradiciones más interesantes es la que ocurre en la época de finados, en San Luis, una parroquia ubicada a 15 minutos de Riobamba. Allí los entierros se hacen en las noches, los acólitos llevan antorchas encendidas y el Día de Difuntos colocan velas en la cruz de cada tumba.
En otras parroquias como Licto y Punín, hay más turismo histórico y antropológico. En la quebrada de Chalán, se encontraron las osamentas más antiguas del mundo y se identificaron pisadas de mastodonte que aún pueden verse.
Entre tanto, en las lagunas de Atillo se ofrecen actividades como la pesca de truchas, paseos a caballo y degustación de comida típica del páramo.
“Tenemos muchas expectativas con la Mancomunidad. Esperamos que se facilite la gestión de más inversión estatal en este sector, que es lo que necesitamos”, opina Dora Paña, propietaria del paradero Los Saskines.
Allí se puede disfrutar de platos como gallina criolla, el cuy y otros productos típicos del páramo. Los platos cuestan entre USD 3 y 6. También se ofrece alojamiento y recorridos por las lagunas.