En el Centro del Adulto Mayor de San Juan se festejó la Navidad con una fusión de costumbres. Foto: Cortesía Diego Márquez/EL COMERCIO
A diferencia de los festejos que se realizan en la parte urbana de Riobamba, la Navidad en las comunidades indígenas se celebra con comida típica, bailes y bandas de pueblo. La fiesta representa una simbiosis de las creencias religiosas y la cosmovisión andina.
La escenificación del nacimiento de Jesús es una de las tradiciones más arraigadas en San Juan, una parroquia indígena situada en las faldas del volcán Chimborazo. Los últimos días de diciembre las misas navideñas son más frecuentes y las reservaciones se extienden hasta febrero.
“Las celebraciones indígenas, al igual que las que se hacen en las ciudades, están centradas en la fe y en la devoción al Niño Jesús”, cuenta Manuel Pérez, presidente de una congregación religiosa.
Una característica particular de esa celebración son los personajes que participan en el popular pase del Niño, un desfile con comparsas y música liderado por los priostes que llevan en sus manos la imagen de Jesús recién nacido.
Mientras en las ciudades estos corsos están protagonizados por payasos, diablos de lata y danzantes, en las parroquias indígenas las vacas locas, los curiquingues y sacharunas son el centro de atención.
La semana pasada, los integrantes del Centro del Adulto Mayor de San Juan vistieron sus trajes de gala y recorrieron las calles de la parroquia para festejar la Navidad. El programa incluyó un pase del Niño, bailes tradicionales, una misa y una comida especial.
“La Navidad es un festejo nuevo. Antes, en la época de las haciendas solo los patrones comían bien y hacían fiestas. Nosotros íbamos a misa, pero trabajábamos”, recuerda Vicente Anaguarqui, de 71 años.
Él cuenta que en su parroquia los festejos navideños se popularizaron con la llegada del exobispo Leonidas Proaño, y con la construcción de la iglesia central.
Pero antes de la Colonia, diciembre ya se consideraba un mes festivo. Según la cosmovisión andina, en esta temporada se festeja el Kapak Raymi, una de las cuatro fiestas sagradas.
“En este ciclo se rinde tributo a todo lo femenino, a la fertilidad de la Pachamama, al vientre de la mujer que hace posible la vida a través de la dualidad con lo masculino”, cuenta Valeriana Anaguarqui, Yachak de Chimborazo.
La pastoral indígena de Chimborazo está integrada por 24 parroquias católicas ubicadas en cuatro cantones de la provincia. En estas capillas la Navidad se enciende al ritmo de los villancicos en kichwa y las actuaciones especiales de los niños.
Los fieles de la parroquia San Juan Bosco, por ejemplo, celebran la Navidad con cuadros vivos, coros, juegos populares y una comida comunitaria. El acto central es la eucaristía de Navidad oficiada por el vicario de la Pastoral, Fernando Botero. Según él, la Navidad indígena responde a procesos históricos de evangelización y a la forma en la que la gente que migra de los campos se adapta a las ciudades.
“El elemento comunitario o ayllu es la característica más notoria de los festejos. La gente se organiza con más facilidad y son ellos los que se acercan a la iglesia y no al revés”, afirma Botero.
Así ocurrió con los fieles de la parroquia San Juan Diego, que fue creada el año pasado para todos los migrantes indígenas que residen en Riobamba. A diferencia de las demás parroquias, esta fue creada especialmente para un grupo humano en un territorio delimitado existente.