Comuneros de Chimborazo incursionan en los frutales

Comunidades de Chimborazo recibieron plantas frutales en lo que va del año. Foto: Cortesía Gobierno Provincial

Comunidades de Chimborazo recibieron plantas frutales en lo que va del año. Foto: Cortesía Gobierno Provincial

Comunidades de Chimborazo recibieron plantas frutales en lo que va del año. Foto: Cortesía Gobierno Provincial

Sembrar plantas frutales entusiasma a los habitantes de 68 comunidades de Chimborazo.

El nuevo cultivo cumple con varios propósitos, generar emprendimientos, mejorar la alimentación familiar y proteger el ambiente de la deforestación y el avance de la frontera agrícola en las zonas altas.

El proyecto incluso se propone erradicar el trabajo infantil en las zonas indígenas, con la generación de nuevos emprendimientos familiares.

Manzanos, limoneros, duraznos, aguacate, nuez, moras y una variedad de plantas nativas fueron entregados por el Gobierno Provincial desde el 2013. Los técnicos de esa entidad también capacitaron a las familias sobre el cuidado de las plantas, los sitios adecuados para la siembra, las podas, y el riego.

“Aquí siempre hemos sembrado legumbres y cultivos de ciclo corto. Las frutas son un cultivo nuevo para nosotros, pero nos explicaron que pueden ser muy beneficiosas”, contó Ana Guanga, de la comunidad Shaycún, en Pungalá.

Allí se entregaron 3 500 plantas a 34 beneficiarios del proyecto. Ellos, como contraparte, se comprometieron a sembrarlas y a cuidarlas hasta que empiecen a dar frutos.

“Primero queremos tener frutos para nuestras familias, pero luego esperamos sacar al mercado nuestras frutas”, dijo Luis Ortiz, presidente de la comunidad, situada a 45 minutos de Riobamba, en Pungalá.

Los primeros frutos de los árboles podrán cosecharse entre tres y cuatro años, según los técnicos. Para ello se requieren podas constantes.

Las plantas son ideales para la conservación ambiental, debido a que optimizan el agua de riego y se siembran como cortinas rompevientos y límites de la zona agraria.

En Penipe, las plantas se entregaron a familias de escasos recursos que son vulnerables al trabajo infantil. Los niños y adolescentes serán los encargados de cuidar los árboles hasta que se inicie la cosecha.

“A mediano plazo esperamos que las frutas empiecen a generar ingresos para las familias y así evitemos que los niños salgan a trabajar en las ciudades”, indicó Sonia Merino, del Patronato Provincial.

En otras zonas, las plantas frutales ya empezaron a generar emprendimientos.

En Shilpalá y Macají, por ejemplo, ya se integraron asociaciones de comercializadores de moras y las mujeres se organizaron para dar valor agregado a la cosecha.

En Shilpalá se inició un proyecto que fusiona el turismo con la agricultura orgánica. En la comunidad se ofrecen recorridos por los huertos para que los visitantes cosechen las moras y las fresas.

En un inicio los agricultores vendían las frutas en las ferias de emprendimientos del Gobierno Provincial y del Ministerio de Agricultura. Pero en agosto del 2015 decidieron abrir sus puertas a los visitantes y fundar un nuevo emprendimiento.

Desde entonces, al menos unas 200 personas al año visitan la comunidad. La meta es duplicar el promedio de visitantes este año.

“El agroturismo es una nueva forma alternativa del turismo. Consiste en que los visitantes convivan con las familias nativas y compartan sus rutinas cotidianas en las chacras”, cuenta Rubén Aucancela, técnico del proyecto.

El tour en la comunidad incluye un recipiente para que los turistas cosechen una libra de moras o frutillas frescas, degustación de los productos de las chacras y un recorrido por la comunidad en compañía de un guía agroturístico. Cuesta USD 4 para los adultos y USD 2 para los niños.

En la comunidad Lourdes Macají, situada a 15 minutos de Riobamba, los 34 socios se organizaron para vender las frutas empacadas y listas para el consumo en las ferias de emprendimientos del Gobierno Provincial. Los frutales se cuidan con abonos orgánicos y no se utilizan agroquímicos.

“Las frutas impulsaron a nuestra comunidad. Todavía no podemos subsistir totalmente de la venta, pero los ingresos sí mejoraron”, dice Juan Sánchez, socio del proyecto.

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