En las calles, supermercados y universidades se vive la solidaridad

En las calles de Quito se realizan colectas para ayudar a las personas damnificadas por el terremoto. Foto: Santiago Sarango/ EL COMERCIO.

En las calles de Quito se realizan colectas para ayudar a las personas damnificadas por el terremoto. Foto: Santiago Sarango/ EL COMERCIO.

En las calles de Quito se realizan colectas para ayudar a las personas damnificadas por el terremoto. Foto: Santiago Sarango/ EL COMERCIO.

A dos días de suscitarse el terremoto de 7,8 en la escala de Richter en Ecuador, este lunes 18 de abril de 2016 los ecuatorianos sumaron esfuerzos para generar ayuda oportuna en favor de los damnificados. Colectas en las calles, recepción de alimentos en supermercados y preparación de ropa y medicinas en universidades son un ejemplo de la organización solidaria para hacerle frente a la catástrofe.

En el supermercado Santa María, ubicado en la calle Ramírez Dávalos (al norte de Quito), en cooperación con el personal del MIES, las donaciones de los víveres comenzaron desde su apertura. Se destinó un área específica donde las personas podían entregar sus colaboraciones.

Medardo Bravo fue una de las personas que se acercó al sitio a entregar un cartón con víveres de primera necesidad. Para Bravo, los ecuatorianos deben resaltar el espíritu de solidaridad y contribuir con los que más lo necesitan.

Así también, Nelson Rebilla, oriundo de El Oro, no reparó en acercarse al establecimiento para hacer su donativo. “Manos que dan, reciben”, así definió Rebilla su contribución. La crisis y el terremoto son una prueba para demostrar que la unidad del Ecuador es suficiente para hacerle frente a todas las situaciones adversas, agregó.

Cuadras siguientes al supermercado, en la avenida 10 de agosto, se encontraba Julio Puente, servidor púbico que tomó la iniciativa de salir a las calles a recolectar contribuciones económicas de parte de los conductores que transitaban por el lugar.

En la Av. 10 de agosto ciudadanos realizaban colectas económicas. Foto: Santiago Sarango/ EL COMERCIO.

“Nadie nos obliga ayudar, es un llamado de solidaridad que todos debemos hacerlo”, menciona Puente sobre la actividad. En coordinación con la policía metropolitana, el servidor público y otros compañeros se acercaban a los autos cuando el semáforo se ponía en rojo. De ser necesario, continuarían con la actividad durante el resto de la tarde.

En el sector de la avenida 12 de Octubre, el Megamaxi también tenía destinado un lugar para la recepción de alimentos y víveres no perecibles. Santiago Arcos, administrador del establecimiento, comentó que la empresa estaba comprometida con las donaciones hasta el punto de realizar una organización y clasificación adecuada para no incurrir en posibles problemas de contaminación.

En el Supermaxi de la 12 de octubre se instalaron puntos de recolección para las donaciones. Foto: Santiago Sarango/ EL COMERCIO.

Carla Fernández se acercó al Megamaxi y entregó su ayuda. Para ella, las donaciones no deben terminar hasta que los “hermanos de la Costa estén a salvo”. Fernández entregó agua, comida enlatada, fideos y un par de frazadas.

De igual manera, Alma Soto y Giselle Benavidez se acercaron al lugar para entregar botellones de agua y ropa para que sean destinados a los damnificados. Benavidez también tomó en cuenta el alimento para mascotas, pues para ella, en estos momentos de adversidad las mascotas son “más vulnerables a extraviarse o morir”.

Por su parte, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), se alistaron tres frentes para apoyar a la situación de catástrofe en las poblaciones destruídas de la Costa. Una de esas áreas consiste en la ayuda humanitaria.

En la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) se realizó una recolección de víveres para los afectados por el terremoto. Foto: Santiago Sarango/ EL COMERCIO.

Diego Jiménez, responsable del Voluntariado Universitario Ignaciano, comenta que la solidaridad por parte de la comunidad universitaria ha sido grata. Ropa y medicina son los principales elementos que el Voluntariado recepta para colaborar con la ayuda en las zonas devastadas.

Danny Yusca, estudiante de Ingeniería Comercial y parte del Voluntariado Ignaciano, reconoce que el trabajo de los voluntarios es una actividad que refleja el compromiso de los jóvenes con la sociedad.

Así también, Amparito Morales, estudiante de Psicología Clínica, no dudó en acudir al llamado de ayuda que la Universidad lanzó para socorrer a los ciudadanos que lo perdieron todo durante el terremoto.

Para Morales, los ecuatorianos de las zonas afectadas “no están solos”. A la distancia, todos los esfuerzos que se realizan manifiestan la unidad que todas las personas pueden aportar para “brindar una luz de esperanza”.

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