12 estudiantes recibieron sus certificados por cumplir con el primer módulo que concluyó el viernes pasado (28 de febrero). Foto: Santiago Arcos para EL COMERCIO
Para convertirse en maestra, Ingerborth Constantine se internó en algunas comunidades de la Amazonía y Sierra por varios meses. Vivió en comunidades shuar, se acercó a grupos de Otavalo, compartió con varios pueblos ancestrales para aprender, directamente de ellos, el kichwa.
En noviembre de 2013, decidió trasmitir su conocimiento a otros. Así que creó talleres ‘on line’, vía Dropbox. 90 estudiantes se inscribieron en los seis cursos que ha dado hasta ahora a través de Internet.
Pero a inicios de febrero sus talleres pasaron a un aula real. El pasado viernes (27 de febrero de 2015) concluyó el primer módulo presencial de kichwa en el Centro Cultural Libertador Simón Bolívar, en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), de Guayaquil. 12 alumnos recibieron sus certificados, avalados por el Ministerio de Cultura y Patrimonio.
En 40 horas de clases aprendieron saludos, palabras y expresiones cortas; también el Himno Nacional y el Padre Nuestro en kichwa. “En total son cinco niveles. Pero desde el primer módulo los estudiantes pueden entablar conversaciones sin complicaciones”, explica Constantine.
Los talleres, que duran un mes, son gratuitos. El estudiante cancela USD 30 por el material didáctico. Los niveles más complejos abarcarán conjugaciones y tiempos verbales, hasta los 72 morfemas o subfijos para verbos, sustantivos y adjetivos, esenciales para tener un conocimiento más global del idioma.
Los primeros talleres son sencillos para los principiantes. En un monitor, las imágenes aparecen una tras otra. Y al dar clic se deslizan palabras y oraciones en kichwa.
Esa es la metodología que ayudó a María Buenaño, una de las alumnas, a perfeccionar su escritura. “Ahora puedo enseñar a los kichwa hablantes que no saben escribir. Y ellos me ayudan a practicar con conversaciones”.
El ingeniero Miguel Ramírez aplica una técnica similar. Para ejercitar su destreza en el idioma, comparte con vecinos. Por ejemplo, les ha enseñado sobre la unificación del kichwa. “Muchos no conocen las palabras con k, sino con q”. Hace pocos años se aplicó la unificación, por lo que el alfabeto pasó a estar formado por 15 consonantes y tres vocales.
Con el aprendizaje, Julio Coronel busca revalorizar esta lengua ancestral. “Es parte de nuestras raíces. Pero he notado que existen kichwa hablantes que se avergüenzan de esta lengua. Y por eso podría perderse”.
Marco Montalvo coincide con él. Este profesor de quinto año básico notó que en su aula muchos niños, de padres indígenas, no conocían las palabras básicas. Su meta, para este año, es formar el club de kichwa en la escuela.
Jorge Jaramillo, otro estudiante, realizó algunas investigaciones como parte del curso. Y descubrió varias cifras alarmantes. “En los kichwa hablantes de hasta 20 años, solo el 2% habla o desea aprender el idioma. Y los de 20 a 40 años hablan el idioma solamente para comunicarse dentro de la familia”.
Para una mayor divulgación, Segundo Suárez sugiere a las autoridades de Cultura y Patrimonio la distribución de más textos educativos, así como revistas y periódicos para motivar a conocer el kichwa.
David Giambroni, gestor cultural del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, explica que el objetivo de estos cursos es mantener vivo un patrimonio intangible e histórico del país. “Tenemos previsto abarcar más niveles y que muchas más personas se sumen a aprovechar estos contenidos interculturales”.
Por ahora, los alumnos tendrán un breve descanso. El segundo nivel comenzará el 6 de abril.
En contexto
Actualmente, a través de una alianza con el Centro Cultural Libertador Simón Bolívar, del Ministerio de Cultura y Patrimonio, Ingerborth Constantine da clases presenciales de kichwa. Desde el 7 de marzo dará un primer seminario en Quito.