En los últimos 20 años, el Festival Infantil y Juvenil Chulpicine ha crecido, pero su propuesta se mantiene joven. Este 2021, el festival celebra su vigésima edición ininterrumpida con una programación renovada y funciones virtuales y presenciales.
Hasta el 25 de septiembre habrá más de 120 funciones con la presentación de 12 largometrajes y cerca de 80 cortos, que son parte de la selección oficial. Los filmes se proyectarán en salas de cine, centros culturales, casas comunales, parques, escuelas, iglesias y calles de Chimborazo, Imbabura, Azuay, Manabí, Orellana, Guayas y Pichincha. El festival se extiende al resto de provincias e incluso a otros países a través de las funciones virtuales.
La necesidad de llevar el cine a los sectores con menos acceso a la cultura, con actividades enfocadas en la participación de niños y adolescentes y la reapropiación del espacio público son los principios que se han mantenido inalterables desde la primera edición del Chulpicine, en el 2002, explica Alexander Páliz, director.
Esa primera edición, dice Páliz, recorrió los distritos zonales de Quito con películas de más de 13 países, incluido Ecuador. Con el tiempo, las funciones se fueron complementando con foros y talleres.
Además del financiamiento, la logística siempre fue un desafío, hasta que en el 2005 Páliz compró un Chevrolet Trooper color habano del 93, que se pone a disposición de la organización para facilitar la movilización del personal y el equipo. Desde entonces ha sido conocido como el Chulpimóvil, que en algún momento llegó a tener su club de fans en redes sociales, recuerda su dueño.
En el 2009, el festival salió por primera vez fuera de Pichincha para llevar cine a provincias amazónicas. En esta nueva etapa, el festival ha recorrido las 24 provincias del país, dando prioridad a comunidades y sectores rurales donde el cine es recibido como una experiencia festiva, que incluso, a veces, se vive por primera vez.
En estas travesías, el Chulpimóvil ha sido una pieza esencial del equipo. Actualmente tiene 497 000 Km recorridos, llevando al equipo técnico y humano, recorriendo barrios y comunidades con el perifoneo e incluso recogiendo en el camino a niños, jóvenes y adultos que quieren llegar a las funciones. “En el Chupimóvil nos hemos perdido, pero nunca se ha dañado en el camino”, dice con orgullo Páliz.
En el 2018, el Chulpicine marcó un nuevo hito al ser considerado como uno de los festivales emblemáticos del país. Con la designación, la organización recibió un fondo no reembolsable que cubre parte del financiamiento por tres años.
Las funciones son gratuitas y así se piensan mantener, dice Páliz. Por eso, la autogestión seguirá siendo el principal mecanismo de financiamiento y para la organización es importante mejorar las políticas que incentivan la inversión privada en cultura y fortalecer los programas de fomento estatal.
En el 2020, era la primera vez que el Chulpimóvil no salió a recorrer el país. Los eventos públicos se restringieron por el covid-19, pero, como otros proyectos culturales, el festival buscó una alternativa y las funciones fueron virtuales.
Bajo esa modalidad, el festival llegó a nuevos territorios y públicos en países como Argentina, México, España, Australia, entre otros. Sin embargo, en el aniversario número 20, Páliz dice que el mayor logro para la organización es haber retomado este año las funciones presenciales, pues muchos de los espectadores no siempre tienen Internet.
Este año, el Chulpimóvil ha vuelto a la carretera para seguir sumando kilómetros, funciones y espectadores. Hasta el momento se han presentado 206 largometrajes y 1 282 cortos en 1 494 funciones que han llegado a 158 329 espectadores.
Aforo limitado, control de temperatura, lavado de manos, uso obligatorio de mascarilla son parte del protocolo implementado para las funciones presenciales. El 8 de agosto, a las 11:00, en la Cinemateca de la Casa de la Cultura, se reprisará el filme ‘Wolfwalkers’. La programación de las demás funciones está disponible en las redes sociales de Chulpicine.