El cine toma forma de orquídea en Cuenca… y los invitados españoles colorean la flor

Hoy (14 de noviembre) se inicia el Festival Internacional de Cine  La Orquídea, el evento inició con una rueda de prensa de lanzamiento. Foto: Xavier Caivinagua /El Comercio

Hoy (14 de noviembre) se inicia el Festival Internacional de Cine La Orquídea, el evento inició con una rueda de prensa de lanzamiento. Foto: Xavier Caivinagua /El Comercio

Hoy (14 de noviembre) se inicia el Festival Internacional de Cine La Orquídea, el evento inició con una rueda de prensa de lanzamiento. Foto: Xavier Caivinagua /El Comercio

En una feria de orquídeas se realizó el lanzamiento de La Orquídea, el Festival Internacional de Cine de Cuenca -unificación simbólica de un acto florícola y otro cinematográfico o folclorismo desatinado-. Coloridos pétalos y sépalos de formas antediluvianas adornaron el espacio donde se presentó la cuarta edición del festival, llamado como tal por las 4 200 especies de la flor que se esparce por el territorio austral.

Este festival ubicó, hoy (viernes, 14 de noviembre), en una misma mesa a Carmen Maura, Victoria Abril, Ariadna Gil, Fernando Trueba y David Trueba, actrices y cineastas de España, país elegido como invitado de honor porque con su cine “convivimos por su lenguaje, su universalidad y su talento”, como expresó Daniela Creamer, directora de esta edición de la cita fílmica.

La mesa presentó también a Sebastián Cordero, el más internacional de nuestros directores, y a Paúl Carrasco, prefecto de Azuay y creador del Festival La Orquídea, para el cual ha destinado USD 700 000, de USD 1 000 000 completado con el aporte de la empresa privada. Ese presupuesto-dijo- es menor al de otros eventos culturales que se desarrollan en la urbe, de poesía, de artes plásticas… y equivale a dos kilómetros de asfaltado.

Tras las palabras de rigor, la voz y la simpatía fueron de los invitados. Preguntas cuyo contenido cruzaba el Atlántico de Latinoamérica a Iberia y de España a Ecuador –de lo poco que vemos los cines de nosotros y los otros- se respondieron con carisma y entendimiento.

Un sabroso contrapunto entre Maura y Abril, bien podría consumirse como resumen de un capítulo en la historia del cine de habla hispana. Tal pasaje asumía una diferencia generacional entre ambas –para siempre- ‘chicas Almodóvar’, algunas posturas más desenvueltas o más tímidas frente al desnudo y vivencias durante una movida madrileña que fue efervescente en los 80. “La movida os toca ahora a vosotros; eso es lo que el Viejo Continente os dice, que vayáis arriba y que estoy contenta”, arengaba Victoria.

El contrapunto mostraba dos experiencias y actitudes: Abril empezó en el cine a los 14 años, poco antes de la muerte de Franco y del gran destape que llevó a pasar día y noche “en pelotas, todo el tiempo en pelotas”. Maura se inició a los 25, antes fue ama de casa, madre, esposa… “Y amante…”, interrumpía Abril, locuaz. Si para Abril su llegada a los 40 significó un paro en el cine –“demasiado vieja para hacer la joven y muy joven para hacer de vieja… el director no sabe qué hacer con nosotras… ni siquiera desnudarnos”; para Maura, la cuarentena, fue el éxito con ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. Épocas de oro, días de crisis, la suerte y la buena estrella han jugado también en la trayectoria de ambas… simpáticas ante los medios, encantadoras con gesto y palabra.

Encantadora también Ariadna Gil; encantadora y agradecida porque la hayan traído a Cuenca, a esta ciudad que tuvo que buscar como un punto en el Atlas y adonde llega para acompañar y apoyar estas iniciativas, para compartir con la gente. “Cada director, cada historia es un mundo”, dijo esta actriz al referirse a los cambios en el tratamiento de los personajes femeninos en el cine español, tratamiento que ha mejorado mucho dejando casi atrás los roles de mujer florero.

Los hermanos Trueba, un tanto –solamente un tanto- más serios, definieron su relación con Latinoamérica, distinta para cada uno. Para Fernando es una casa; ha rodado en Chile, en Brasil, en Cuba, en Miami –“que también es Latinoamérica”-. Y es una casa no solo por la lengua, sino por la cantidad de escritores y artistas que han contribuido en su vida y su cultura… “Me siento en casa, es un placer”.

David, el menor, aún no ha rodado por estos lares. “Yo hago historias pequeñas, locales, cercanas a nuestra experiencia y me gusta mostrarlas, llevarlas, presentarlas”, justifica; pero guarda un recuerdo de Ecuador, de hace 10 años. Había –recuerda- una gran afición, gente interesada por hacer cosas y ahora, tras, una década, al encontrar el festival evolucionado mira la potencia que está cobrando el país y toda la región en materia de cine. Y suelta, como quien hallase una fuente: “los directores en el mundo entero esperan por nuevas historias y Latinoamérica está llena de buenas historias”.

Esas historias –esperamos buenas nuevas- son las que se mostrarán durante el Festival Internacional de Cine La Orquídea de Cuenca, que se inaugurará oficialmente esta noche, a las 20:00, en el Teatro Carlos Cueva Tamariz, con el filme ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’.

Las galas, las proyecciones, las charlas, los talleres, los donaires del artista y los flashes de la celebridad son también los seis tépalos de esta orquídea de raigambre cuencana.

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