La eficacia de la vacuna puede bajar o aumentar dependiendo de los parámetros y criterios que se utilicen. Foto: REUTERS
Últimamente vemos muchos titulares que hablan de la eficacia de las distintas vacunas aprobadas frente a la covid-19. Sin embargo, el concepto de eficacia no queda siempre claro y puede generar mucha confusión. De hecho, es uno de los conceptos más malinterpretados en lo que llevamos de pandemia.
–No significa que un 90 % de la gente esté protegida y un 10 % sí pueda enfermar.
–No significa que de cada 10 vacunados, 1 vaya a contraer la enfermedad.
–Significa que la probabilidad de desarrollar covid-19 en las personas vacunadas disminuye en un 90 % en comparación con las no vacunadas.
Para entenderlo mejor vamos a ver paso a paso cómo se calcula la eficacia de una vacuna. Para ello, vamos a tomar como ejemplo la de Janssen (Johnson & Johnson) cuya eficacia ronda el 66 % con una sola dosis.
Visto así puede parecer muy complicado porque hay muchos datos y muchas variables distintas.
Lo primero que tenemos que conocer es que para evaluar la eficacia de una vacuna se necesitan dos grupos:
1.- Grupo placebo: grupo control con voluntarios que reciben un placebo (sustancia sin uso terapéutico que se administra de la misma forma que la vacuna).
2.-Grupo de vacunados: grupo con voluntarios que reciben la vacuna.
Lo segundo que necesitamos es un parámetro a evaluar. Por ejemplo, la infección por el virus o el desarrollo de la enfermedad. En el casos de las vacunas frente la covid-19, la mayoría de las vacunas ha estudiado su efecto en la prevención de la enfermedad sin tener en cuenta si la persona se infecta o no. En este caso, evaluamos si hay covid-19 moderada o grave:
Por último, necesitamos un tiempo de duración del estudio. En este caso, vamos a ver si hay enfermedad o no en un tiempo que va desde que se administra la vacuna hasta 28 días después.
Por lo tanto, vamos a calcular la eficacia de la vacuna de Johnson & Johnson a la hora de prevenir que la gente desarrolle la enfermedad a los 28 días después de la vacuna.
El primer paso es calcular el porcentaje de personas que ha desarrollado covid-19 en cada grupo (placebo y vacunados). Para ello hay que hacer lo siguiente:
Grupo placebo:
Si vemos el grupo placebo (control) podemos ver que consta de 19 691 voluntarios y que, de todos ellos, 193 personas desarrollaron covid-19. Por lo tanto, el cálculo sería el siguiente:
Por lo tanto, el 0.98 % de los voluntarios a los que se administró el placebo desarrolló formas moderadas o graves de covid-19.
Grupo vacunados:
Si vemos el grupo de personas vacunadas podemos ver que consiste de 19 630 voluntarios y que, de todos ellos, solo 66 desarrollaron la enfermedad. Por lo tanto, si hacemos los mismos cálculos que antes:
El 0.33 % de los voluntarios que recibieron la vacuna desarrollaron covid-19 moderada o grave.
Eficacia de la vacuna:
Ahora, con los datos que tenemos podemos calcular la eficacia relativa de la vacuna.
Para ello, primero calculamos la diferencia entre en el riesgo de enfermar de covid-19 en los distintos grupos haciendo lo siguiente:
Porcentaje de casos en el grupo control – Porcentaje de casos en el grupo vacunado.
¿Significa esto que la efectividad absoluta real de la vacuna es solo de un 0.65 %? No, este número puede generar mucha confusión porque hay gente que lo considera como un porcentaje cuando no lo es.
La medida usada para medir la diferencia entre dos porcentajes es la de puntos porcentuales. Por lo tanto, la diferencia entre el riesgo de tener covid-19 en el grupo placebo y vacunado es de 0.65 puntos porcentuales, no del 0.65 %.
Por ejemplo, pasar del 40 % al 44 % es un aumento de 4 puntos porcentuales, pero es un aumento real del 10 % en lo que se mide.
Por lo tanto, para saber lo efectiva que es la vacuna y conocer cuánto disminuye la probabilidad de tener la enfermedad en las personas vacunadas es necesario calcular la eficacia relativa. Para ello, el resultado obtenido en el cálculo anterior (0.65) lo dividimos entre el porcentaje de casos en el grupo control y lo multiplicamos por 100:
Por lo tanto, y tal como han anunciado, la eficacia relativa de la vacuna de Johnson & Johnson es del 66 %. Esto significa que nuestra probabilidad de desarrollar la enfermedad (en este ensayo concreto un 0.98 %) disminuye un 66 % con la vacuna hasta alcanzar un 0.33 %.
66 % es la eficacia de esta vacuna para prevenir formas moderadas o graves de covid-19. Sin embargo, si analizamos la eficacia a la hora de prevenir formas graves o críticas de la enfermedad ese dato aumenta bastante, consiguiendo una eficacia del 85 % que se puede calcular de la misma manera usando los siguientes datos:
¿Para qué me voy a vacunar si la probabilidad de enfermar es solo del 0.98 %? Visto así, un 0.98 % puede no parecer mucho, pero es un número enorme cuando hablamos de vidas y de millones y millones de personas infectadas.
¿Nos meteríamos en una habitación con otras 99 personas sabiendo que una va a fallecer al instante? Además, hay que tener en cuenta que ese porcentaje (0.98 %) es el obtenido en este ensayo concreto donde estamos en una situación de pandemia con medidas de prevención nunca vistas anteriormente.
Como hemos visto, la eficacia de la vacuna puede bajar o aumentar dependiendo de los parámetros y criterios que utilicemos y esta es una de las razones por las que es tan difícil comparar la eficacia de las distintas vacunas. Cada vacuna usa criterios distintos para definir las formas graves o moderadas de la enfermedad y además usan tiempos y grupos de voluntarios diferentes.
Por último, hay que tener en cuenta que la eficacia de la vacuna es el dato que obtenemos a partir de los ensayos clínicos donde todo se hace de forma muy controlada. Ahora falta por evaluar la protección que obtenemos con la vacuna cuando se administra en el mundo real con una heterogeneidad de población mucho mayor y sin condiciones tan controladas, siendo ese dato lo que se conoce como efectividad de la vacuna.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés.
*Jose M Jimenez Guardeño es Investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas, King’s College London
*Ana María Ortega-Prieto Postdoctoral research associate, King’s College London