Imagen referencial. No no es posible calibrar todas las balanzas del mundo en función de esta pieza, existen copias. Y ahí el sistema empieza a fallar. Foto: Pixabay.
En la época de las tecnologías ultraprecisas, la definición de un kilo dejó de ser exacta. En busca de una mayor fiabilidad, los científicos fraguan una pequeña revolución de las unidades de medida.
Actualmente, un kilo está definido como el equivalente a una masa del “gran K”, un cilindro de platino e iridio conservado desde 1889 en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM) , basada en Sèvres, cerca de París.
Como no es posible calibrar todas las balanzas del mundo en función de esta pieza, existen copias. Y ahí el sistema empieza a fallar.
Si bien el prototipo y las copias fueron fabricados en la misma época y de la misma manera y conservados en las mismas condiciones, estos, de forma aleatoria, se retraen o ensanchan ligeramente con el paso del tiempo.
“Si calculamos un promedio de la masa de las copias, constatamos que ha variado de 35 microgramos” , explicó recientemente a la prensa François Nez, director de investigación del Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS) .
La alteración, si bien anecdótica para el común de los mortales, puede resultar problemática para las ciencias y la industria, en la era de lo infinitamente pequeño, con principalmente el desarrollo de las tecnologías cuánticas.
Átomo a átomo
En el universo de los materiales, la electrónica y la medicina, se busca ahora manipular la materia atómo a átomo (un átomo es 500 000 veces más pequeño que la espesor de un cabello) .
Después de 10 años de reflexión, los investigadores decidieron reemplazar el “gran K” . A partir de mayo de 2019, el kg no será definido a partir de un objeto material único, sino a través de una constante fundamental e invariable.
El amperio (unidad de corriente eléctrica) , el mol (unidad de cantidad de materia) y el kelvin (unidad de temperatura) también serán calculados mediante constantes fundamentales.
El metro ya sufrió esa suerte. Su patrón, igualmente conservado en Sèvres, fue destronado por la velocidad de la luz, o más precisamente la distancia que recorre la luz en el vacío y en una ínfima y predeterminada fracción de segundo.
“Las unidades siguen siendo las mismas, seguiremos hablando de kilos, metros, segundos… pero sus definiciones cambian” , según François Nez.