La famosa sonda de la Nasa Cassini puso fin a su misión, este 15 de septiembre del 2017, al autodestruirse cuando se adentraba en la atmósfera de Saturno. Foto: EFE
La famosa sonda de la Nasa Cassini se autodestruyó este viernes 15 de septiembre del 2017 al adentrarse en la atmósfera de Saturno, poniendo fin a una misión de 13 años de exploración que revolucionó el conocimiento sobre este gigantesco planeta gaseoso.
“La señal de la sonda se ha ido”, dijo Earl Maize, director de la misión Cassini, mientras el artefacto no tripulado se quedaba sin combustible y se desintegraba en la atmósfera de Saturno, como estaba previsto, para evitar cualquier daño a las lunas del planeta. Según la Agencia Espacial estadounidense Nasa, el fin de la misión se dio a las 11:55 GMT.
Se puso así fin a la Misión Cassini-Huygens, que a lo largo de los últimos veinte años ha recopilado datos tan importantes como la posible habitabilidad de dos de las lunas de Saturno, Encélado y Titán.
Es precisamente este hallazgo el que llevó a la NASA a tomar la decisión de dar paso a la fase Grand Finale, con el propósito de destruir la nave antes de que se perdiera su control desde la Tierra y así evitar una posible colisión con una de las citadas lunas que pudiera comprometer futuras investigaciones.
“Nuestra nave ha entrado en la atmósfera de Saturno y hemos recibido su última transmisión”, anunció la NASA a través de Twitter.
Lanzada el 15 de octubre 1997 junto a la sonda Huygens, que se convirtió en el primer artefacto construido por el hombre que se posó en una luna de otro planeta, la Cassini ha recopilado tal cantidad de datos durante su misión que los expertos estiman que se tardarán décadas en analizarlos en su totalidad.
Desde que la sonda Cassini se adentró en la órbita de Saturno, el 30 de junio de 2004, la NASA extendió su misión en dos ocasiones, hasta que su combustible comenzó a escasear y los directores del proyecto tuvieron que hacer frente a las distintas opciones existentes.
La NASA, finalmente, optó por destruir la nave tanto por preservar las condiciones de las lunas Encélado y Titán como por aprovechar la oportunidad única de obtener datos en el descenso de la sonda hacia la superficie de Saturno, una información que hubiera sido imposible lograr de otra manera.