Bertrand Piccard y André Borschberg bajan de su avión solar en la llegada a Abu Dhabi, después de una vuelta completa al mundo. Foto: Agencia AFP
Sin una gota de queroseno, tan sólo con la energía del Sol, los pilotos suizos Bertrand Piccard y André Borschberg se convirtieron en pioneros logrando una hazaña que hasta hace apenas unos años los expertos consideraban imposible: completar la vuelta al mundo.
El avión experimental Solar Impulse 2 aterrizó en la madrugada de este martes 26 de julio de 2016 en Abu Dhabi, poniendo así fin a la decimoséptima y última etapa de una aventura que arrancó en marzo de 2015.
“Prometimos que regresaríamos”, dijo Piccard tras el aterrizaje. Poco antes lo había felicitado el secretario general de Naciones Unidas, Bam Ki-moon: “Este es un día histórico para usted”, le dijo por videoconferencia.
El avión despegó de El Cairo el sábado para emprender la decimoséptima y última etapa de su viaje. Estaba previsto que comenzara un poco antes, pero las inapropiadas condiciones meteorológicas en la capital egipcia y una indigestión sufrida por Piccard, de 58 años, obligaron a retrasar el vuelo.
Según el equipo, era el tramo más complicado, pues además de varias zonas de prohibición de vuelo, las malas condiciones climáticas y térmicas complicaban atravesar el espacio aéreo en Medio Oriente.
A lo largo de estos 16 meses, 510 horas de vuelo y más de 40 000 kilómetros recorridos, los mayores desafíos -que se saldaron con dos sensacionales récords– los presentaron las etapas en las que los pilotos tuvieron que cruzar el océano, con sus previsibles condiciones de viento adversas.
El mundo entero contempló con asombro como Borschberg, de 63 años, cruzó el Pacífico en un vuelo de cinco días con sus noches y aterrizó, agotado pero seguro, en Hawai. “Por suerte, uno de nuestros patrocinadores es un productor de champán“, bromeó entonces Piccard en referencia a la posterior celebración.
Él y Borschberg intercambiaron asiento en la cabina, en la que sólo había sitio para un piloto. Piccard sobrevoló el Golden Gate, mientras que Borschberg hizo lo propio sobre la Estatua de la Libertad.
Piccard batió el récord de cruzar el Atlántico para aterrizar en España y Borschberg pudo contemplar desde el aire las pirámides de Egipto antes de que Piccard tomara el mando para la última etapa, en Abu Dhabi.
Pero por supuesto, su hazaña supone mucho más que sobrevolar atracciones turísticas. “Queremos representar un mundo nuevo, un mundo con tecnología más limpia“, dijo Piccard. “Porque creemos en un futuro más limpio, y creemos que éste ya ha comenzado”.
¿Siginifica eso que en un futuro previsible podremos ir de vacaciones volando sólo con energía solar? No. Según la mayoría de expertos, trasladar el récord del Solar Impulse 2 a nivel comercial sigue siendo una lejana utopía.
Los investigadores sí consideran realista volar con aviones propulsados por electromotores, pero por ahora las células solares no bastan para conseguir la energía suficiente para un avión de pasajeros.
Para que pudiera volar una única persona, el Solar Impulse 2 -realizado en fibra de carbono y con una envergadura de 72 metros- contaba con más de 200 metros cuadrados de superficie para las más de 17 000 células solares en sus alas, de modo que para un avión de 100 pasajeros que volara a alta velocidad se necesitarían varios kilómetros cuadrados.