El último informe de la NASA indica que la caída del satélite bautizado Upper Atmosphere Research Satellite (Satélite de Investigación de la Alta Atmósfera, UARS, por sus siglas en inglés) se estaba enlenteciendo y modificando su trayectoria, de modo que ya no se puede excluir que caiga en territorio norteamericano. El jueves, la Nasa había dicho que era imposible que cayera en Estados Unidos.
“La orientación del satélite aparentemente está cambiando y está reduciendo su velocidad de descenso ” , aseguró la Nasa en su informe de las 10:45 (14:45 GMT).
“Es demasiado pronto para predecir con certeza el momento y el lugar del reingreso, pero las predicciones serán más precisas en las próximas 12 a 18 horas”, es decir entre las 02:30 y las 08:30 GMT del sábado (21:30 del viernes y 03:30 en Ecuador), dijo la agencia.
La Agencia espacial estadounidense sostuvo además que hay una “baja” probabilidad de que los desechos que sobrevivan a la reentrada cayeran sobre América del Norte.
Ayer, había descartado que el satélite impactase sobre Estados Unidos. El viejo satélite de seis toneladas se desintegrará, pero pedazos de un peso total de 500 kilos caerán a la Tierra.
Según la NASA, el satélite estadounidense tiene el tamaño de un autobús pequeño. La agencia espacial estadounidense se mostraba, no obstante, tranquila, e insistió que el riesgo “es extremadamente débil” de que un humano de los 7 millones que pueblan el planeta sea impactado por una de las 26 piezas del satélite que sobrevivirán a su paso por la atmósfera en el reingreso.
Hay una posibilidad entre 3 200 de que alguien, en algún lugar del mundo, sea golpeado por uno de los restos, en un planeta donde 90% de la superficie está deshabitada, lo que equivale a una probabilidad de 0,03%.
La parte más grande del satélite, llamado “Upper Atmosphere Research Satellite” (Satélite de Investigación de la Alta Atmósfera, UARS), debería quemarse en su ingreso a gran velocidad en las capas densas de la atmósfera terrestre.
El UARS es el mayor satélite de la NASA que cae en la atmósfera desde que, hace tres décadas, se estrelló el Skylab en el oeste de Australia en 1979.
Por su parte, la Agencia Chilena del Espacio sostuvo hoy que “no hay forma alguna de predecir” dónde caerá el satélite UARS, que se precipitará a Tierra.
La aclaración se conoció después que la empresa estadounidense The Aerospace Corporation estimó que el satélite UARS se precipitaría frente a las costas chilenas.
El secretario ejecutivo de la agencia chilena, Juan Fernando Acuña, dijo al diario El Mercurio que la trayectoria del aparato “dependerá de la actividad solar que haya en ese momento y del ángulo con que ingrese a la atmósfera. Sólo unas horas antes se conocerá con exactitud el lugar. El resto son elucubraciones”.
Acuña explicó que están conectados con la NASA en el monitoreo del satélite y ellos “no nos han informado nada (sobre la probable caída en la costas chilenas)”.
Se espera que unos 500 kilos de restos del enorme satélite, conocido como Under Atmosphere Research Satellite (UARS) , entrará a la atmósfera, quemándose en su mayoría al ingresar.
Unas 26 partes podrían resistir el roce y caer a la Tierra.
El primer mapa global sobre la salinidad de los mares, clave para comprender y prever los movimientos de las masas de agua y los cambios climáticos en curso en el mundo, fue completado gracias a los datos recogidos por el satélite Aquarius, lanzado en junio a través de un proyecto conjunto de la NASA y la Comisión Nacional de Actividades Especiales (CNAE) de la Argentina.
“Se trata de un gran momento en la historia de la oceanografía” , comentó Arnold Gordon, miembro del grupo de investigación Aquarius y docente de la Universidad de Columbia.
“Las primeras imágenes recibidas suscitan ya muchos interrogantes a los que debemos encontrar una respuesta” , agregó.
El mapa confirma algunos datos ya conocidos relativos a una alta salinidad de las zonas subtropicales y la concentración mucho más elevada en el Océano Atlántico, comparado con el Pacífico y el Indico.
Aquarius seguirá monitoreando los eventuales cambios para tratar de descubrir sus conexiones con los cambios climáticos.