Las bacterias se encuentran en muchos organismos y lugares como la ropa, por ejemplo. Foto: Wikicommons
Están en la cocina, el transporte, el suelo, el supermercado, el baño, ascensores, restaurantes y más. Las bacterias invaden no solo el entorno natural de un ser humano, sino también artículos que son de uso esencial en el día a día y cuya exploración científica se ha intensificado en los últimos cinco años: la ropa. Tanto la usada como la nueva son un foco infeccioso que concentran microorganismos que podrían causar patologías en la piel, según señala el dermatólogo Patricio Freire.
Una de las principales funciones de la piel es proteger al organismo de factores externos y dañinos que habitan en el medioambiente. Al igual que todo órgano, contiene una flora normal; es decir, bacterias que cohabitan con ella, formando una capa invisible, conocida como ‘manto hidrolipídico’ o sebo. Aunque se suele pensar que se trata de suciedad, Freire aclara que esa sustancia es sinónimo de salud para la epidermis.
Cuando se rompe esa barrera natural, la piel se seca y queda vulnerable al contagio de bacterias como la ‘staphylococcus aureus’ que, según explica el experto, es uno de los microorganismos que más se encuentra en la ropa.
Esa bacteria produce enfermedades como foliculitis y forúnculo, protuberancias dolorosas y llenas de pus que se crean debajo de la piel, además del impétigo contagioso cuyo síntoma principal son llagas rojas alrededor de la nariz o boca. Esta patología afecta, sobre todo, a niños y bebés.
“Cuando un niño tiene impétigo, generalmente se asume que quizá se tocó con la mano sucia, que el suelo la contaminó. Sin embargo, no se tomó como una opción que las bacterias tenían su reservorio en la ropa. Es un foco de alarma que debe prevenirse”, dice el dermatólogo.
Según un estudio presentado por Charles Gerba, profesor de microbiología y Ciencias del Medio Ambiente de la Universidad de Arizona, la ropa puede albergar desde salmonela hasta hepatitis. En los zapatos, por ejemplo, más de 420 000 bacterias conviven después de dos semanas de su uso.
Si bien estas patologías afectan más al tubo digestivo y no producen infecciones en la piel, Freire menciona que pueden sobreinfectar una dermatosis preexistente.
“Cuando los pacientes con enfermedades en la piel no tiene un sebo equilibrado, tienen alergias, sequedad o dermatitis atópica, eventualmente el contacto con la ropa contaminada hará que su condición empeore”, enfatiza. Frente a ello, la prevención es un tema clave para evitar la proliferación de bacterias.
Aunque el ciclo de lavado de ropa no garantiza su eliminación en un 100%, el aseo continuo es un protector. El uso de detergentes hipoalergénicos, es decir, cuyos componentes se testean en una población estándar para comprobar cuál es el índice menor de alergia, es una buena opción.
En promedio, un detergente concentra 28 sustancias químicas como el formol, níquel, parabenos, lanolina, cromo y el cobalto. Es importante, según Freire, que las personas revisen que los ingredientes no perjudiquen su piel o cree alergias a largo plazo.
La luz solar directa también es su aliada. Al exponer sus prendas al sol, la luz ultravioleta juega un papel desinfectante que elimina a las bacterias. Otro hábito de limpieza es el lavado de manos, esencial después de manejar ropa sucia.