El Observatorio Europeo Austral celebra hoy 50 años de su colaboración con Chile, una “fructífera relación que ha permitido a la astronomía europea y chilena empujar los límites de la ciencia, la tecnología y la cultura hacia el futuro.
El acuerdo inicial entre el Observatorio Europeo Austral (ESO, por su sigla en inglés) y el Gobierno de Chile fue firmado el 6 de noviembre de 1963, dando así inicio a la instalación de un conjunto de telescopios bajo los cielos excepcionalmente claros del desierto de Atacama, el más seco del mundo.
El primer telescopio de ESO, con un espejo de 1 metro de diámetro, comenzó a instalarse en 1966 en el Observatorio de La Silla (en la región chilena de La Serena) y fue inaugurado tres años después.
Posteriormente se instalaron un telescopio de 3,6 metros y el Telescopio de Nueva Tecnología (NTT), junto con otros más pequeños, que prepararon el terreno para la puesta en marcha de la siguiente instalación de ESO en Chile.
El Observatorio Paranal fue inaugurado en 1999 y hoy alberga el Very Large Telescope, el observatorio óptico infrarrojo más avanzado del mundo. También en Paranal están emplazados el Vista, el telescopio de exploración más grande del planeta, que permite revelar objetos que permanecen ocultos a los artefactos de luz visible, y el VLT, el instrumento óptico más avanzado del mundo. Más recientemente, junto con socios agencias astronómicas de EE.UU. y Japón y la colaboración de Chile, ESO ha construido el Gran Conjunto Milimétrico Submilimétrico de Atacama, el proyecto astronómico más grande en el mundo.
Ubicado en la meseta de Chajnantor, a 5 000 metros sobre el nivel del mar, ALMA fue inaugurado en marzo de este año una vez que quedaron instaladas las 66 antenas que lo componen.
Como país anfitrión, Chile se ha beneficiado con un acceso preferencial a tiempo de observación en los telescopios de ESO, lo que ha permitido a los astrónomos del país acceder a una tecnología avanzada que de otro modo hubiera quedado fuera de su alcance.