Una mayor participación femenina en la ciencia todavía es un reto en el país

Imagen referencial. La mayoría de universidades ecuatorianas mantienen, en áreas científicas, alrededor de un 30% de participación femenina. Lo ideal sería un 40%. Foto:

Sí, Marie Curie es la única persona en la historia en ganar dos premios Nobel en dos áreas científicas distintas. Pero eso significa que Curie era una mente excepcional, no que no exista la necesidad de hacer más incluyente a la ciencia para las mujeres.
Patricia Castillo-Briceño es especialista en biomedicina con un doctorado en biología molecular y celular. Además, es miembro de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas. Conversó con EL COMERCIO sobre las dificultades del género femenino para acceder a áreas científicas y la importancia de la motivación a escoger este tipo de carreras desde temprana edad.
La austriaca Lise Meitner (1878-1968), cuenta Castillo-Briceño, tuvo una alta contribución en el descubrimiento de la fisión nuclear. "Tristemente, luego fue utilizado para el desarrollo de la bomba atómica", pero también es un descubrimiento importantísimo en áreas como la energía nuclear.
Trabajó par a par con Otto Hahn, pero en el momento de publicar la investigación, solo él se llevó el crédito. La publicación después le valió un premio Nobel, en el cual Meitner nunca fue reconocida ¿Cómo se sabe que tuvo una participación importante en el estudio? "Se han realizado los registros de investigación, cuadernos y anotaciones demuestran que la contribución de ella fue igual de importante que la de Hahn", dice la investigadora ecuatoriana.
La química y cristalógrafa inglesa Rosalind Franklin (1920-1958) contribuyó de manera destacable en la comprensión de la estructura del ADN. De hecho, fue la primera persona en lograr sacar una imagen de este, en que todavía no se conocía su forma. "Había una carrera a nivel mundial por saber cómo era la estructura de la transmisión de lo que se llamaba el código de vida".
"Pero esta foto de Rosalind Franklin, no solo no se reconoció en su momento; o sea, tener una foto que te dice que es de doble hélice, obviamente es algo sustancial para luego hacer un modelo". Pero no solo no se le dio crédito por su descubrimiento, sino que además su compañero de laboratorio Maurice Wilkins mostró la imagen a sus colegas James Dewey Watson y Francis Crick sin el consentimiento de Franklin. Esta investigación les dio a Wilkins, Watson y Crick el Premio Nobel de Medicina en 1962.
Por supuesto, la situación hoy en día no es igual a lo que se vivía a inicios y mediados del siglo XX. "Ha mejorado en el sentido de que hay mayor visibilidad en cuanto al trabajo que realizan las mujeres. Hay mayores opciones; ya no está prohibido por ley ir a la universidad si eres mujer. Esa parte ya la hemos superado", sostiene Castillo-Briceño. Pero de allí a conseguir equidad de participación, queda mucho.
"A veces nos olvidamos de otros factores que también pueden limitar ese acceso a la educación, como el hecho de limitaciones sociales a nivel educativo. Sabemos, por ejemplo, que en edades tan tempranas como los seis años, los niños y niñas comienzan a generar una división de roles". Es decir, que muchas veces todo se inicia desde el seno de la familia, donde se tiene la percepción de que las mujeres deben optar por profesiones con un rol de cuidadoras, como profesoras, enfermeras, amas de casa, etc, dice Castillo-Briceño.
Las instituciones de educación superior y de investigación en el Ecuador todavía están lejos de una amplia participación femenina, aunque la percepción al respecto en las universidades sea la contraria. "Algunas (estadísitcas) se levantaron como parte de los procesos de evaluación que impusieron las instituciones de educación superior y los institutos de investigación públicos", señala Castillo-Briceño.
Un nivel en el cual se puede considerar que hay equidad es cuando rebasa el 40% de participación femenina. "En muchas universidades se mantienen siempre en alrededor de un 30%. Algunas universidades tienen menos y hay otras que rebasan ese porcentaje, pero apenas por debajo del 35%".
Cifras entregadas por la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) muestran que el porcentaje de matriculación de mujeres en escuelas politécnicas del país es mayor que el de hombres, con un 52,5% en 2016. Sin embargo, al momento no se han liberado estadísticas sobre cuántas mujeres se gradúan.
“Muchas de las mujeres que se matriculan no lo logran porque en el camino se embarazan y tal vez no ofrecemos las suficientes facilidades a nivel de universidad para que, por un lado, puedan tener el tiempo de maternidad y por otro, aparte de tener un lactario, que puedan ir a la universidad con sus hijos”, aseguró Carolina Zambrano, Subsecretaria General de Ciencia, Tecnología e Innovación. La generación de espacios infantiles está estipulada en la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES). Sin embargo, Zambrano puntualiza que “hay que pasar de eso a la implementación”.
Si bien en cuanto a matriculación de estudiantes, los porcentajes son equitativos, la docencia en escuelas politécnicas es dominada por hombres. Un 39% de docentes en este tipo de centros educativos son mujeres, mientras que los hombres representan el 61%. La brecha se agranda en el sistema público, con un porcentaje de 37,4% de participación femenina frente a un 41,6% en universidades privadas, según la Senescyt.
La disparidad además se agudiza en cuanto al número de docentes e investigadores con título de PhD. En 2016, el porcentaje femenino de registro de PhD en universidades y escuelas politécnicas fue de 32,7%. En cuanto a investigadores acreditados, en áreas como Ingeniería la participación femenina llega únicamente al 25% y un 26% en Ciencias Físicas y Matemáticas. En cuanto a investigadoras categorizadas, en Ingeniería hay un 24% y en Ciencias Físicas y Matemáticas, un 28%.
“¿Cómo es una carrera en el ámbito científico?”, se pregunta Zambrano. “Tienes que generar publicaciones, maestrías y otros títulos, pero los tiempos de las mujeres son diferentes porque a veces podemos tener un ‘break’ de no publicar porque somos madres. Y eso no debería ser una carga perjudicial en ese proceso, sino que debemos tener políticas específicas para generar paridad en cuanto a investigadores”, reflexiona. Aunque no tiene cifras exactas, Zambrano habla por experiencia y asegura que la brecha de representación femenina es aún mayor cuando se trata de puestos de rectoría, aunque existan algunas excepciones.
Con un bajo nivel de participación femenina, no solo pierden las mujeres sino el país entero. En palabras de Castillo-Briceño: "Siempre va a ser más fácil lavarse la cara con dos manos que con una sola. Hacer ciencia con la mitad de la población nos va a dar una mitad de producción científica".