Gracias a la combinación de cuatro factores la Costa ecuatoriana no sufrió el devastador impacto de olas gigantes. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El Ecuador tuvo suerte de no haber sufrido un tsunami de gran magnitud el pasado mes de abril. Así afirmó Luke Bowman, especialista en desastres naturales de la Universidad Yachay. Todos los sismos mayores de 7 grados de que se generan por una falla inversa, como el caso de la zona de subducción dónde la placa de Nazca se sumerge bajo la placa del continente ecuatoriano, desencadenan un tsunami, explicó Willington Renteria, Jefe del Centro de Monitoreo Oceánico del Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar).
Y así ocurrió el 16 de abril del 2016, según los informes de la entidad: En los primeros 10 minutos después del terremoto de 7,8 grados el mar retrocedió un metro de la playa de Esmeraldas. Se crearon olas de hasta 43 cm de amplitud (desde el medio de la ola hasta el pico de la misma).Y las corrientes de un pequeño tsunami desataron embarcaciones y causaron la pérdida de un grupo de boyas de la autoridad portuaria, cuenta Renteria.
Gracias a la combinación de cuatro factores la costa ecuatoriana no sufrió el devastador impacto de olas gigantes: el sismo se produjo cerca de la costa, hubo marea baja, la geomorfología de la costa actuó como barrera y, dentro de este escenario, la magnitud no fue lo suficientemente fuerte para generar un gran tsunami.
Cuando la tierra tiembla, las rocas en un área extensa bajo el suelo terrestre se rompen. Esta zona, llamada ‘plano de falla’, puede extenderse cientos de kilómetros a lo largo de la costa y decenas de km a lo ancho. Renteria explica que normalmente en un terremoto de 7,5 grados de magnitud suele ocasionar varias fracturas a lo largo de 100 km y a lo ancho de 50 km. Cuanto más intenso es el sismo más grande es el plano de falla. En el caso del último sismo de 7,8 grados, la falla se fracturó a lo largo de 140 km cerca del continente y 100km de ancho -desde Pedernales hasta Cabo Pasado, según Alexandra Alvarado, jefa del Departamento de Sismología del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica del Ejército (IG-EPN).
Para que ocurra un tsunami devastador debe haber un volumen de agua suficientemente grande sobre el plano de falla. El plano de falla que provocó el pasado terremoto se formó cerca de la costa, con muy poca agua por encima. Pero “si el evento hubiera sido de magnitud 8,8, no importa que el epicentro haya ocurrido en el mismo lugar, el tsunami hubiese sido más grande”, dijo Renteria. Por ejemplo, el terremoto de mayor intensidad jamás registrado, ocurrió cerca de la costa del sur de Chile. Su magnitud fue de 9,3 grados ocasionando un tsunami que dejó a más de 1655 personas muertas, en 1960, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos.
Por otra parte, las evaluaciones técnicas del Inocar indican que las características del fondo marino cerca de Esmeraldas lograron reducir la energía del tsunami mucho antes de que impacte la costa. Por último, la marea baja fue otro factor importante, pues no permitió que las olas alcancen a inundar los puertos.
Por suerte es muy poco probable que una réplica cause un tsunami. Esteban Hernandez sismólogo del IG-EPN explica que normalmente la magnitud máxima de una réplica es un grado menor a la magnitud del sismo principal. Por ejemplo, si el terremoto principal tuvo una magnitud de 7,8 grados, la réplica más fuerte tendrá 6,8 grados. Si los tsunamis ocurren cuando la magnitud es mayor a 7 grados, una réplica en este caso, es poco probable que ocasione un tsunami. Además Alvarado agrega que el plano de falla, donde normalmente ocurrirían las réplicas, no se aleja tanto de la costa.