Imagen referencial. Un estudio demostró los efectos del maltrato en los cerebros de ratones bebés. Foto: Pixabay.
Las crías de ratas expuestas a maltrato por parte de sus madres, incluso si es por corto tiempo, muestran amplios daños cerebrales, según un estudio publicado este lunes 21 de octubre del 2019 por la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Investigadores de la Universidad de Nueva York explicaron que en el pasado otros estudios en animales y seres humanos habían establecido que las crías que habían sufrido maltrato por parte de sus madres presentaban una contracción de sus cerebros en la amígdala cerebral y en el hipocampo, que procesan el miedo y la memoria.
El análisis actual señala que los efectos del maltrato por parte de los progenitores y el estrés que ocasiona pueden impactar negativamente en el crecimiento y desarrollo del cerebro infantil.
De acuerdo a los científicos, el estrés derivado de los abusos era suficiente por sí solo para dañar el hipocampo, mientras que la combinación de ambos -es decir, el estrés y la presencia de una madre maltratadora- restringe el crecimiento de la amígdala cerebral y hace que los cachorros se alejen de su progenitora.
“Nuestro estudio desentraña aún más la complejidad de la relación de una madre maltratadora con sus hijos, especialmente durante las cruciales primeras semanas de vida cuando se crea un vínculo“, dijo la investigadora Regina M. Sullivan, de la Universidad de Nueva York.
“Los resultados explican dos consecuencias clave de la crianza con maltrato y cómo la presencia de un progenitor maltratador puede desencadenar problemas de comportamiento más allá del estrés que provoca en el bebé”, indicó.
Para llevar a cabo este estudio, los científicos observaron el comportamiento social y el cerebro de crías de rata que habían sido expuestas durante una semana a abusos diarios por parte de sus madres en sus madrigueras.
Los resultados fueron luego comparados con los de otras crías a las que se les habían inyectado medicamentos para inducir estrés cuando se les dejaba solas con una madre que las alimentaba, o bien con una madre anestesiada que no mostraba un comportamiento maternal o con un objeto inerte.
Los científicos hallaron que las crías que habían sido maltratadas dudaban sobre si permanecer con su madre y lo hacían por cortos periodos de tiempo tanto si su progenitora estaba despierta como si no, mientras que las que habían sido inyectadas con corticosterona para inducirles estrés replicaron el mismo comportamiento.
El impacto negativo del abuso podría verse mitigado en gran medida por la acción de la corticosterona, que hace un bloqueo químico en el cerebro de la cría, y exponiendo a las crías estresadas a madres no agresivas.
“Las madres y otros cuidadores próximos tienen un acceso especial al cerebro de la cría y si se deja que el maltrato continúe puede causar un daño duradero”, subrayó Sullivan, quien agregó que el estudio también sugiere que las progenitoras tienen también la capacidad innata de ayudar a mitigar ese perjuicio con una buena crianza.