Revise cómo actúan en el organismo la vacuna Sputnik V de Rusia (izq), la vacuna de la farmacéutica estadounidense Moderna y la vacuna de Pfizer-Biontech, contra el covid-19. Fotos EFE y Reuters
Ahora que cinco vacunas ya están en el mercado -por aprobación de uso de emergencia en varios países-, es crucial saber en qué se diferencian y cómo actúan en el organismo.
Por ejemplo, la vacuna de Moderna se aplica en Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido; la de AstraZeneca en el Reino Unido; la de Pfizer-Biontech en todas las naciones nombradas anteriormente y en Ecuador, entre otros estados; Sinovac en China y Brasil; y la rusa Sputnik V en su país de origen, Argentina, México, Venezuela, etc.
Hasta ahora la única vacuna que ha recibido aprobación general de emergencia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la de Pfizer-BioNTech.
Las cinco vacunas terminadas enfrentan ahora el embudo de la distribución a gran escala.
Los mecanismos para prevenir covid-19 que se aplican ahora utilizan diversas técnicas. Tres fabricantes apostaron a mecanismos tradicionales como usar microorganismos muertos o atenuados. También derivados de virus y bacterias. Es lo que hicieron la británica AstraZeneca, la china Sinovac y la rusa Gamaleya. El objetivo logrado fue estimular la producción de anticuerpos para generar la inmunidad.
Etapas en el desarrollo de una nueva vacuna. Infografía: EL COMERCIO
La vacuna de AstraZeneca está constituida por un adenovirus que suele afectar a los chimpancés, pero es inofensivo para los humanos. Este ha sido modificado para que se parezca al SARS-CoV-2. En su interior, los científicos insertaron algunos genes del nuevo coronavirus para provocar una reacción de nuestro sistema inmunológico. Esta vacuna tiene una efectividad media contra el virus del 70.4%.
Esta misma estrategia utiliza la vacuna rusa Sputnik V contra el covid-19. Estas formas de inmunización son denominadas ‘vectoriales’. Esto porque que se encargan de transmitir -a través de un vector- a nuestro organismo la información genética contra la cual luchar.
Al contrario que los británicos, los rusos no usaron virus atenuados de otras especies como el chimpancé, sino que emplearon otros microorganismos, que suelen afectar a los seres humanos (como el que provoca la gripe común). Se hizo así porque el fabricante ruso había usado el mismo mecanismo en trabajos previos contra el ébola. La efectividad de la Sputnik V contra covid-19 es de 91.4%.
La empresa china Sinovac utiliza también una técnica tradicional para desarrollar su vacuna. En su caso recurre al propio virus SARS-CoV-2 inactivado. Lo afecta con calor y productos químicos para que no cause infección ni se reproduzca dentro de nuestro cuerpo. En esta forma, virus -ya inofensivo- es reconocido por el sistema inmunológico, creando una respuesta protectora.
El de Sinovac es un camino comprobado. La sustancia es estable y no requiere temperaturas extremas para su preservación. Los inconvenientes, en cambio, son un rigor extremadamente alto para verificar que cada virus esté inactivado. Para ello se requieren grandes espacios de comprobación ultra aislados. La formulación tampoco rinde mucho en dosis por litro. Su efectividad alcanza el 50.38%.
Otra forma de hacer vacunas es la que emplean Pfizer-BioNTech y Moderna, con una efectividad contra el virus de 95% y 94.1% respectivamente. Los dos conglomerados usan una técnica inédita, la denominada de ARN mensajero (ARNm), jamás incluida en ningún medicamento. El genetista Ricardo Carrera explica que el ARNm se encarga de transportar la información genética inmutable, desde el ADN del núcleo, y seguir las instrucciones de este para producir proteínas.
Pero, contrariamente a lo que sucede con el ADN, el ARN es frágil, porque cumple su función y se desvanece. Por eso, no es fácil mantener las vacunas de ARNm y se requiere ultracongelación para preservarlas.
Moderna y Pfizer-BioNtech han sido capaces de crear ARN mensajero sintético, que contiene una copia de parte del código genético del SARS-CoV-2.
Este método tiene ventajas: no usa para nada al virus, ni una parte de él; no hace falta cultivar células, ni esterilizar áreas de ensayos. Una vez secuenciados, los ARN mensajeros se escriben en una potente computadora y después se producen químicamente.