En el arqueomuseo reposan urnas fúnebres, esculturas, y las conocidas Sillas de Poder, características de la cultura. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
La huella de los Manteños aún está visible en la localidad de Picoazá, parroquia al este de Portoviejo, donde el año pasado se inauguró el arqueomuseo que fue la última etapa del complejo arqueológico Hojas-Jaboncillo, que investiga a esta cultura prehispánica.
El arqueomuseo es la última fase del complejo. Allí se muestran los objetos encontrados en la parte alta de los cerros Hojas y Jaboncillo, donde se realizan excavaciones en el llamado Museo de sitio. Asimismo, reposa una colección de objetos como sillas, collares, vasijas, esculturas, urnas… encontrados en lo que se considera el asentamiento más grande de la cultura Manteña.
El lugar cuenta con ocho salas museográficas, auditorio, una biblioteca y laboratorios para el tratamiento de los objetos encontrados en las excavaciones. El proyecto se inició en el 2010, bajo la supervisión del Gobierno Nacional.
Ernesto Pin, quien además de ser uno de los restauradores también forma parte de los guías del museo, cuenta que siempre busca que los grupos que entran al lugar se sientan identificados con las raíces ancestrales de su pueblo.
Él es originario de Picoazá, por lo que se siente parte de la cultura Manteña. Es por esa razón que cuando habla de sus antepasados, durante los recorridos, pluraliza los relatos para incluirse en ellos.
“Nuestra cultura era muy avanzada para el tiempo en el que vivió, aquí en Jaboncillo se estableció una gran ciudad, un centro con sus reglas políticas bien marcadas”, contaba Pin mientras realizaba el recorrido por los pasillos.
El museo es administrado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) desde el año pasado; antes lo regentaba el Centro Cívico Ciudad Alfaro, de Montecristi. El organismo estatal realiza talleres de vinculación con la comunidad, para mantener arraigadas las costumbres de la cultura Manteña.
Daniel Pita, administrador del museo, cuenta que en febrero pasado se realizó un taller de serigrafía, también han hecho cursos de artes plásticas. “La idea es recrear lo que hacían nuestros antepasados, las mismas formas figuras, pero obviamente ya con técnicas modernas”, dijo.
El museo recibe un promedio de 400 visitantes por mes, cifra que se incrementa a 1 000 durante los meses de julio y agosto, durante las vacaciones de la región sierra. Según Pita, la mayoría de sus visitantes son quiteños.
Para mantener arraigada la tradición Manteña, en el primer salón del museo hay una especie de sala de conferencias, donde todos los asientos tienen forma de ‘U’, para asemejar las Sillas de Poder que son características de esta cultura costeña.
“El manabita tiene un gran sentido de pertenencia con la silla Manteña, comparado solo con el sombrero de paja toquilla. Queremos que se sentimiento sea nacional”, dijo Pita. Réplicas de estas esculturas están en monumentos de Manta, Portoviejo…
Hay una colección de sillas, completas y en fragmentos, dentro del museo. Sin embargo, la mayoría se encuentran en los museos de Estados Unidos, como una contribución que realizó el arqueólogo norteamericano Marshall Saville, que realizó excavaciones en el lugar, entre 1906 y 1910.
Según contó Pita, están haciendo los trámites pertinentes para que estas piezas retornen al país.
Juan Jijón, arqueólogo, cuenta que el patrimonio que representa el complejo arqueológico es incontable. Lamenta que las condiciones del terreno eviten una mejor conservación de las piezas.
“El suelo es muy ácido y eso daña el barro o las piezas de joyería. Este lugar se ha convertido en el centro de acopio de todas las piezas arqueológicas que se encuentran en la provincia”, contó.