En promedio, un jugador de fútbol cabecea la pelota entre seis y 12 veces por partido. Mientras que en las prácticas los jugadores por lo general cabecean más de 30 veces.
Si se sostiene en el tiempo, esta práctica puede provocar anormalidades cerebrales similares a las que ocurren luego de una fuerte conmoción.
Jorge Pesantes Zurita, neurólogo del Hospital Metropolitano de Quito, menciona que una de las principales consecuencias de golpes en la cabeza es el deterioro cognitivo y la presencia de contusiones cerebrales.
El fútbol, como cualquier otro deporte que implique el contacto físico, tiene riesgos que los jugadores aceptan, pero los investigadores del Hospital St. Michael, en Toronto (Canadá), indicaron que no se ha prestado atención suficiente a las consecuencias que dejan los cabezazos repetidos.
Por ello, los jugadores están particularmente expuestos a lesiones en la cabeza y el cuello, causadas en su mayor parte por el contacto no intencional o inesperado, como los encontronazos entre jugadores.
El director del Programa de Investigación de Neurociencias del hospital, Tom Schweizer, encontró trastornos médicos o de conducta, a largo plazo, en los atletas que sufren contusiones repetidas o múltiples impactos en la cabeza.
Por ello, durante la investigación se encontró que las contusiones representan del 5,8 al 8,6% de las lesiones totales sufridas durante los partidos.
Sin embargo, el especialista ecuatoriano indica que incluso los deportes en los que se utilizan cascos no son tan seguros ya que los deportistas también corren el riesgo de sufrir algún daño cerebral. A pesar de que estos golpes sean aparentemente leves, lesionan el cerebro a un nivel profundo y molecular.
En el 2011, investigadores del Colegio Albert Einstein de Medicina, en la Universidad Yeshiva (Nueva York), usó técnicas de imagen avanzadas y pruebas cognitivas para evaluar la memoria de los participantes.
El autor principal del estudio, Michael Lipton, director de los servicios de resonancia magnética en Montefiore, explicó que el objetivo del estudio fue determinar “si existe un umbral en la frecuencia de golpear la pelota con la cabeza que, cuando se supera, da lugar a una lesión cerebral detectable”.
Tras comparar los resultados, encontraron que entre los que cabecearon el balón era más frecuente una lesión cerebral similar a la observada en pacientes con conmoción, también conocida como lesión cerebral traumática. Según los investigadores, los resultados son “especialmente preocupantes”, ya que el fútbol es el deporte más popular del mundo y llama la atención de los niños y adolescentes.
Cinco áreas en el cerebro que son las más afectadas después de sufrir un impacto con el balón: el lóbulo frontal (detrás de la frente) y en la región temporal-occipital (áreas de la parte posterior inferior), que son responsables de la atención, la memoria, la función ejecutiva, y algunas funciones visuales.
Los jugadores de fútbol que han cabeceado la pelota entre 885 y 1 550 veces por año mostraron una asinotropía fraccional significativamente más baja en tres áreas de la materia blanca en la región temporal occipital. Por su parte, los jugadores que han cabeceado la pelota más de 1 800 veces en un año fueron más propensos a obtener resultados más bajos en las pruebas de memoria comparados con los participantes que han cabeceado menos veces.
En Contexto
A finales del 2013, un estudio realizado por científicos de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, entre jugadores profesionales menores de 23 años demostró que sufrían cambios en la materia blanca del cerebro, incluso sin sufrir una conmoción cerebral.