Perdida entre la maleza que había crecido alrededor de plantas de taxo, de zapallo, de tomate de árbol… la artista simplemente desmontaba hierba. Foto: Cortesía Centro de Arte Contemporáneo
Las acciones que tuvieron lugar ayer, 9 de diciembre de 2017, entre las 15:00 y las 17:00 en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) jugaron con las ideas de la ausencia y la presencia. Jenny Jaramillo y Pablo Barriga inauguraron así el ciclo de performances ‘La transmisión del gesto’, que se llevará a cabo hasta el 20 de diciembre, en una especie de ritual propiciatorio que busca dar nueva vida al ala norte del CAC, que desde el próximo año se integrará al programa de trabajo de la institución.
Solo la edificación y los posibles recorridos y lecturas que ofrece merecerían un capítulo aparte; Jaramillo y Barriga, artistas experimentados -Jaramillo es de las precursoras del performance en el país-, supieron sacar provecho del lugar la tarde de ayer. La entrada al edificio, en dirección al primer performance, el de Barriga, inició como si se tratara de una exploración en la cual los asistentes se movían sin ninguna guía por los distintos espacios, sin un orden particular.
El sonido de una campanilla hizo las veces de lazarillo para la gente que deambulaba entre los jardines y las habitaciones abandonadas: era la señal de que el performance de Barriga estaba por comenzar. Una vez en la sala, un estruendo de percusión que salía detrás de una delgada pared de madera detrás de la cual se podía intuir que estaba el performer captó la atención del público; golpes contra la pared, aporreos de algún instrumento de percusión, la voz del performer, en un ejercicio glosolálico que alternaba con bramidos.
Todo duró alrededor de cinco minutos. Luego vino el silencio. Al cabo de tres minutos de vacío las acciones de Barriga volvieron a comenzar; y así discurrieron hasta las 17:00, en un ‘loop’ inquietante y críptico, que tuvo lugar en una de las habitaciones esquineras del ala norte del CAC.
De vuelta a los pasillos, en busca de la acción de Jaramillo, que se realizó en exteriores, el público pudo encontrarse con dos instalaciones de la misma artista: una se podía ver a través de una pequeña ventana abierta que permitía ver a un conjunto de mariposas negras enormes y muertas sobre un charco de agua conformado sobre unas baldosas de primoroso diseño. La otra, sumamente sutil y lúdica jugaba con la idea de las presencias fantasmales: Jaramillo colocó radios encendidas a todo volumen en varias habitaciones cerradas del edificio, evocando así las presencias de los habitantes de la edificación que estaba completamente tugurizada en los años 90, y con quienes ella y Barriga convivieron mientras hacían sus intervenciones artísticas cuando entonces comenzó la transformación del Antiguo Hospital Militar en un espacio para el arte, el CAC.
En lo que fuera el Taller de Jardinería Artística y Viveros de la Escuela de oficios San Andrés, que funcionó en el ala norte hasta hace un par de años, Jaramillo llevó a cabo, sin ninguna pompa, su acción. Perdida entre la maleza que había crecido alrededor de plantas de taxo, de zapallo, de tomate de árbol… la artista simplemente desmontaba hierba. Dos hombres, armados de instrumentos de jardinería la secundaban en su empeño.
El performance de Jaramillo -que duró aproximadamente dos horas- fue muy físico, muy manual. Una actividad anodina, repetitiva, abrumadora por momentos, y después de un rato de observación se convertía en hipnótica. El énfasis físico de la acción podía leerse como una contraposición voluntaria a un tipo de arte que es excesivamente intelectual.
El ciclo continúa este miércoles 13 a las 17:00 con el performance de Santiago Reyes, el jueves 14, desde las 17:00, con el performance de Sebastián Donoso y el miércoles 20 a las 18:30 habrá una charla con todos los artistas participantes. La entrada a todos los performances es libre; en el CAC (Antiguo Hospital Militar, San Juan).