En Biocells hay guardadas unas 10 000 muestras de usuarios, en casi 10 años. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Para Diana Muñoz fue como adquirir un seguro de vida, un poco a ciegas. Durante su embarazo dio con noticias sobre los bancos de células madre; leyó que podrían servir para combatir enfermedades como el cáncer y, a futuro, otras más. Pensó que valía la pena contratar el servicio y lo hizo.
Tomás, su único hijo, ya cumplió 6 años y acude a una escuela; sus calificaciones en literatura y matemáticas van arriba del promedio y no corre, pero camina, usa férulas. En su nacimiento hubo una complicación, que hizo que necesitara una incubadora y por una negligencia se quedó por segundos sin oxígeno. Eso le causó parálisis cerebral.
Al escucharla a través del teléfono, desde Houston, en Estados Unidos, Diana suena como la madre uno en un millón. La mayoría de padres no guarda las células que se extraen del cordón umbilical, en el nacimiento de sus hijos -apunta- y reitera que cuando se contrata un seguro para el auto se lo hace por si acaso. Se paga por algo que se espera no necesitar. Algo así hicieron ella y su esposo con Biocells.
En Ecuador no existen bancos públicos de células madre, como en Argentina, Colombia o Brasil. El Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot) se encarga de acreditar a establecimientos privados y a los profesionales en el campo transplantológico.
Esas son las atribuciones marcadas por la Ley Orgánica de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células y su reglamento general. En el país existen dos bancos de sangre de cordón umbilical acreditados: Biocells, en Quito, y CelAlcívar, en Guayaquil. Según el Indot, en este 2016 637 usuarios han conservado células de cordón umbilical.
En Biocells se conservan 555 de esas muestras y 82, en CelAlcívar, según el registro del primer semestre de este año. El número es bajo, pues cada año en Ecuador nacen más de 300 000 bebés.
Tomás era un bebé muy rígido, por ser prematuro recibió estimulación temprana. El padre de Diana es médico y su hermana, fisioterapista, así que rápidamente notaron que algo pasaba. A los 6 meses, una resonancia magnética les dio el diagnóstico de parálisis.
Los médicos les dijeron que Tomás no caminaría, que quizá no hablaría y que oiría con dificultad. Diana buscó en Internet sobre el caso. Así, supo de Joanne Kurtzberg, quien desde hace dos décadas estudia el uso de las células madre del cordón umbilical.
La madre de Tomás revisó la web de Clinical Trials, de EE.UU. Allí se colocan todas las investigaciones, en desarrollo, para tratar diferentes enfermedades. Se enteró de que en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, buscaban niños de 12 meses a 6 años con parálisis cerebral, con células madre propias conservadas.
Envió ‘e-mails’ a la médica Kurtzberg contándole su caso, exámenes médicos y videos de su hijo. No se detuvo hasta que fue incluido en una investigación concluida en agosto. Es un tratamiento para la parálisis cerebral con esas células.
Su eficacia fue analizada con 63 niños, en un estudio doble ciego: en el primer año se analizaron los casos; en el segundo, aplicaron células o un placebo (sin acción curativa), y en el tercero, se completó lo no suministrado en otras etapas. Se hizo de noviembre del 2012 a noviembre del 2014.
Tomás recibe cada año una fuerte terapia (Therasuit), con Nancy Hidalgo, en Quito. Y su madre Diana aún no puede asegurar que los adelantos de Tomás se deban solo al tratamiento con células madre. Pero ya fue aprobado por la FDA en EE.UU. Someterse a él cuesta USD 15 000. La familia ecuatoriana no pagó nada por él.
En el mundo también se almacenan células de dientes de leche, grasa, médula… Sirven para tratar enfermedades del sistema inmunológico: leucemia, anemias, síndromes de inmunodeficiencia o desórdenes metabólicos y para trasplante de médula ósea. Hay críticas a las promesas de centros de China, que ofrecen tratamientos no probados.
Según la hematóloga Bernarda Jara, importar de Europa un cordón para ese fin cuesta USD 15 000. La mayoría lo desecha, anota, por falta de información, no por costos. Eso le preocupa. “En el 2020, ocho de cada 10 personas podrían tener un familiar con cáncer”.
Biocells funciona desde hace unos 10 años, en Cumbayá. Y según su gerente, Gabriel López, guardan las células madre de casi 10 000 usuarios. El costo inicial es de USD 1 695 por la recolección y el pago anual es de USD 168 para el mantenimiento en el banco.
No importa si el bebé nace en parto natural o por cesárea, igual se puede recoger la sangre del cordón. De esta, luego se extraen las células y se congelan a -180°C (bajo cero). En Biocells trabajan con clínicas públicas y privadas. Y de ser necesario envían a alguien a recoger la muestra en el kit. Esto, en casos de partos complicados o de más de un bebé, si el ginecólogo prefiere estar pendiente solo del nacimiento.
En el 2014, Indot hizo un proceso de acreditación y reacreditación, para confirmar que el número de células vivas almacenadas sea mayor al 90%, que el estudio microbiológico descarte ausencia de gérmenes en muestras y que haya la cantidad adecuada de células para trasplante de médula. Tras eso, dos bancos están acreditados.