Las columnas (pies derechos) y las ventanas de madera son las originales y se ‘curaron’ para resistir a polillas y carcomas. Foto: Glenda Giacometti/El Comercio
Una casa de estilo colonial neoclásico edificada en 1907 se convirtió en el primer hotel boutique de Riobamba. El San Pedro fue restaurado y decorado según la tipología de la época, para homenajear a la ciudad de antaño y su patrono.
La restauración de la casona de tres pisos duró cerca de cuatro años y requirió una inversión que sobrepasó los USD 700 000. Es que después de una fuerte explosión en el 2002, la edificación se destruyó en un 80% y estuvo cerca de colapsar.
“Muchos especialistas nos recomendaron que dejemos la llave del agua abierta para que se cayera por sí sola y, así, no tuviéramos problemas legales por afectar al patrimonio”, recuerda Luis Larrea, el propietario del inmueble.
Sin embargo, él y su familia optaron por recuperar lo que ellos consideran una joya arquitectónica de la urbe.
Para restaurarla fue necesario fortalecer los cimientos originales y construir otros, para evitar que las vibraciones afecten a las paredes de adobe empañetadas con estiércol de caballo y tierra.
También se cambiaron los techos y retiraron los interiores añadidos en otras épocas y que no eran parte del diseño original.
Los detalles constructivos como las rosetas de yeso, que van en el techo para sostener las lujosas lámparas de cristal que se exhiben en los corredores y habitaciones, requirieron un tratamiento especial.
“Las rosetas eran tan hermosas que nos dedicamos a buscar a los artesanos que las hicieron, a sus hijos o a sus aprendices para que las restauren. Eso fue complicado, porque ese oficio ya se extinguió”, cuenta Larrea.
Las puertas y ventanas de madera de capulí tallada a mano y los pisos de madera también eran originales. Restaurarlos ameritó un procedimiento especial: se removieron varias capas de pintura y se trató la madera envejecida con líquidos para evitar polillas.
La decoración es uno de los ejes de la casa. Cortinas, alfombras y obras de arte están pensados en el tema del lujo de la época colonial y en el arte religioso tradicional en Riobamba.
Las 12 habitaciones están inspiradas en las iglesias emblemáticas de la ciudad y llevan sus nombres. La idea es ofrecer a los huéspedes la experiencia de alojarse en un hotel congelado en el tiempo pero que a su vez cuenta con las comodidades de la vida moderna.
San Pedro, el patrono de la ciudad y del hotel, está representado en tres obras de arte, dos esculturas y una pintura.