Quito Ska Jazz es una de las agrupaciones ecuatorianas que se ha presentado en este escenario. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
Nunca tuvo hijos, sin embargo su casa ha sido el hogar de miles de personas. Cuando en 2004 murió Gisella ‘Gi’ Neustaetter, ella apenas vislumbraba lo que sería, al 2015, la Casa de la Música.
Este espacio fue el lugar soñado por la mujer judía que, huyendo de los nazis, hizo de Quito su lugar de residencia a mediados de la década de 1930. Casi 70 años después de su llegada, esta institución abrió sus puertas sin que su fundadora lo pudiese recorrer. Sin embargo, esta tarea ha sido desempeñada por los miles de artistas -y no solo músicos- que han presentado sus trabajos en alguna de las dos salas de este lugar.
A lo largo de su historia, la Casa de la Música ha asumido una doble misión. Por una parte, y la razón medular de su existencia, es ofrecer una sala de conciertos para Quito, donde los músicos pudiesen realizar sus conciertos. Estos, en sus orígenes, eran de música clásica, con el fin de aproximar al público tanto a las obras del repertorio universal como a los más destacados exponentes en el ámbito.
Así, la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador fue la primera en presentarse en este escenario, el viernes 8 de abril del 2005. Su programa incluyó las obras de Antonín Dvorák, Luis Humberto Salgado, Álvaro Manzano y Piotr Ilich Tchaikovsky. Desde ese momento, y hasta la actualidad, por allí han pasado intérpretes de la talla de Daniel Barenboim, Joshua Bell, la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo, Misha Maisky, Philip Glass, Renée Fleming, por mencionar algunos.
Pero con el paso de los años, esa mirada estricta sobre la música clásica ha cambiado. Ya no solo las orquestas sinfónicas, los grupos de cámara y los cantantes líricos son los actores de este espacio. En los últimos años, sus salas de conciertos han sido escenarios para escuchar géneros como el jazz, el fado, el folclor andino… una extensa lista que, para María Laura Terán de Simpson, presidenta ejecutiva de la Casa, es la muestra de cómo este espacio busca posicionarse como uno de los referentes en el quehacer musical local.
Una segunda parte de la misión de esta institución ha sido la difusión de investigaciones académicas así como la creación de comunidades en torno a los diferentes gustos musicales. En ese sentido, es común encontrar allí conferencias en torno a los nuevos trabajos que permiten descubrir el panorama musical nacional. Igualmente, acceder a cursos que van desde la apreciación hasta la interpretación y composición. A esto se suman actividades como Amigos de la ópera, que los sábados congrega a aquellos amantes del canto lírico.
Toda una amalgama de frentes que, en 10 años, ha consolidado una generación de melómanos que no solo hablan de Aram Khachaturian o Nadia Boulanger, reconocidos por sus obras en los campos de la dirección de orquesta y composición, respectivamente, sino también de la bomba del Chota o de los instrumentos de los Andes ecuatoriales.
Para el melómano Camilo Larreátegui, la Casa de la Música es mucho más que un espacio arquitectónico. Su diseño vanguardista responde a la ardua tarea de realizar conciertos con agrupaciones internacionales en un país en el que esta clase de eventos suponen 39% en impuestos (22% de impuesto a la renta, 12% de IVA y 5% por salida de divisas).
A pesar de ello, Larreátegui, quien desde el 2010 se convirtió en asiduo visitante de este lugar por motivo de la presentación de Barenboim con la West-Eastern Divan Orchestra, siente que anualmente la Casa va remozando su labor. Hace algunos años a él le parecía imposible disfrutar del buen jazz ecuatoriano en un espacio como este, diseñado acústicamente para la música. No obstante, semanas atrás asistió al concierto de Daniel Toledo, joven promesa del país.
Para esta semana, la Casa de la Música, en coproducción con la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, realizará dos conciertos en torno a la más famosa pieza de Carl Orff, ‘Carmina Burana’. Este jueves y viernes, más de 200 músicos estarán en escena en una celebración doble: los 10 años de la Casa y los 65 de la orquesta.
Motivos es una canción inspirada en los espacios de la casa de la música