Las familias de la localidad recrean las antiguas tradiciones de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio
Una casa de 6×6 m, con estructura de madera y paredes de caña guadúa muestra exteriormente cómo eran las viviendas en las que habitaban los afroecuatorianos asentados en la zona norte de la provincia de Esmeraldas.
Esta es una réplica de la denominada ‘Casa de mis abuelos afros’, como eran llamadas antiguamente por esa etnia, para reconocer el hogar de sus mayores. La finalidad es recordar a los alumnos cómo estaban constituidas las casas y qué conservaban los antiguos al interior de ellas.
Por eso, la Unidad del Milenio Consuelo Benavides de San Lorenzo, una de las guardianas de los saberes ancestrales, con la ayuda de alumnos y padres de familia construyeron una réplica para la enseñanza etnoeducativa que se aplica en esa unidad.
La casa modelo está hecha con materiales del medio, como chonta, pambil, caña guadúa y madera rústica, usada por los mayores para levantar sus infraestructuras en las márgenes de los ríos Cayapas, Ónzole, Santiago, Bogotá, Tululbí y Cachaví.
Los niños de esa unidad fueron los encargados de explicar los ambientes de la casa, acompañados de música tradicional y décimas afros, las que aprende en las clases de etnoeducación.
Para hacer más efectiva la enseñanza, la casa se construyó al filo de un estero, junto a la unidad educativa. Como parte de la representación tradicional tiene un potro o canoa pequeña al borde del afluente, el que era usado por los afros como medio para trasladarse hacia sus faenas diarias.
El piso de la vivienda es de chonta (madera dura) y tiene un portal que evoca el sitio donde antiguamente los ancestros se sentaban a conversar sobre los asuntos de la comunidad y a contar cuentos.
Una sala amplia muestra cómo los mayores privilegiaban los espacios para compartir en familia y hacer sus fiestas a ritmo de marimba, cuando se reunían a celebrar en fechas especiales.
Un poco más al fondo tenían un cuarto con un rincón para los niños, con los que conversaban de sus actividades y la enseñanza que impartían diariamente a los menores.
Las camas de madera tenían como colchón una damagua para dormir fresco. Esa colchoneta, hecha con fibra natural, es elaborada por los propios afros de la zona.
En la cocina hay un fogón de leña, una piedra para moler el plátano, calabazas para mantener el agua fresca, que se tomaba de la mitad del río muy de mañana, según la costumbre.
Los canastos, elaborados con piquigua y usados para cargar el plátano y frutas desde las fincas a la casa, también tienen su espacio en un área de la cocina, al igual que la catanga, utilizada para la actividad pesquera ancestral.