El laboratorio de Energía Molecular, del Centro Internacional de Zoonosis, está a cargo de Elizabeth Minda. Desde adolescente, la ciencia y la tecnología cautivaron su interés.
Por eso estudió Ingeniería en Biotecnología en la Escuela Superior Politécnica del Ejército (Espe) y ahora lidera uno de los estudios más importantes de su área. Este permitirá diagnósticos tempranos y tratamientos específicos para combatir la brucelosis.
Minda es parte de una mayoría de mujeres profesionales que le han apostado a carreras científicas e intelectuales. Según el INEC, en Ecuador hay 280 641 personas vinculadas a esas áreas, de las cuáles el 53,3% (149 581) son mujeres.
De ese total, se destacan las vinculadas a la Física. En el 2001 existían 64 mujeres con títulos universitarios y en el 2010, esa cifra llegó a 1 125 mujeres.
Esta preponderancia de mujeres para Ana Lucía Herrera, experta en derechos humanos, es una constatación de que existen mejores condiciones para estudiar sin discriminación en el país.
Los emprendimientos liderados por mujeres que han cosechado logros internacionales también han servido de inspiración. Es el caso del proyecto Vitrectomy, que ganó el año pasado medalla de oro mundial en Rumania y la medalla de oro latinoamericana en el Infomatrix, un encuentro mundial de proyectos innovadores.
Vitrectomy es un prototipo para cirugía ocular, liderado por las hermanas Tatiana y Verónica Benalcázar. Permite extraer opacidades, tratar infecciones y otras enfermedades relacionadas. Fue construido de forma íntegra, lo que le dio un plus frente al resto de ideas que se presentaron.
Según Herrera, este tipo de iniciativas influyen positivamente en las preferencias de estudio de las mujeres.
Lo mismo con quienes han seguido carreras que erróneamente se pensaba eran para hombres. “Dejan un precedente que rompe con los estereotipos y permite que las mujeres se involucren cada vez más”.
Ocurrió con Sofía Valdiviezo. Ella se graduó en el 2000 y fue la única ingeniera civil en una promoción que comenzó con 200 estudiantes, en la Universidad Central del Ecuador.
“En la clase no tuve problemas, porque mis compañeros eran amables. Pero sí cuando ya ejercí la profesión. No me querían dar obras fuertes porque supuestamente eran de hombres”, señala.
Para superarlo tuvo que esforzarse más. La puntualidad, responsabilidad y constancia hizo que poco a poco ganara un espacio propio en ese círculo.
Alba Núñez es otro ejemplo. Esta arquitecta culminó en 2012 una maestría en Ingeniería y Transporte. Fue la única mujer que se graduó, de los 25 alumnos que se inscribieron.
Es docente de la Universidad Central, en la Facultad de Arquitectura. En un principio, incluso ella no simpatizaba con el área de transporte, pero era lo más cercano y disponible a su especialidad: diseño urbano.
Pero Núñez cambió su visión cuando pudo asumir esa área de estudio con una sensibilidad especial que (asegura) le brinda su condición de género. Es decir no solo desde la técnica fría sino desde el usuario y las necesidades que tiene.
La docente ha notado que ahora, en los cursos donde dicta clase, existe una tendencia a equiparar la participación de hombres y de mujeres. Incluso también ha notado el involucramiento en los cargos directivos de mujeres.
“Lo importante es que las personas, sin distinción de género, puedan tener las mismas posibilidades y oportunidades”, aclara la arquitecta. “Las personas deben ser evaluadas por su capacidad y no porque sean hombres o mujeres. Tampoco podemos caer en el discurso feminista de la lucha de poderes, porque es erróneo”.
Minda coincide en que se debe promover la equidad en todos los espacios. En el laboratorio de Zoonosis se ha intentado involucrar a más hombres al área de pasantías, pero no han existido las condiciones.
Hace poco se requirieron tesistas para que hicieran prácticas, y llegaron tres carpetas, todas de mujeres.
Herrera dice que si bien numéricamente existen mayores profesionales mujeres, esto no significa necesariamente que tengan condiciones laborales de equidad. “Como regla general, aún los cargos directivos son ocupados por hombres y los sueldos de las mujeres no se valoran por igual”.
Además, como refiere Núñez, el trabajo de la mujer no termina al salir de la jornada oficial. En casa cumplen otras actividades. Según el INEC, las mujeres dedican en promedio 31:49 horas semanales al trabajo doméstico, frente a las 09:09 de los hombres.
En Contexto. Ecuador tiene 8 087 914 mujeres, lo que representa el 50,5% de la población del país, según las proyecciones poblacionales del Instituto Nacional de Estadística y Censos. De ellas, 1 069 988 son jefas de hogar. En seis años la población crecerá 9,36%.
Las cifras
- 1 125. Es el número de mujeres que tienen un título universitario relacionado con el campo de la Física, en el Ecuador.
- 152 944. Mujeres en el Ecuador que conforman la población ocupada laboran bajo contrato de nombramiento. La cifra es del 2012.
- 374. Dólares es el ingreso mensual promedio que tiene un mujer según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo.