Camila Sosa ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que entrega la Feria del Libro de Guadalajara Foto: Instagram de Camila Sosa
La escritora argentina Camila Sosa será una de las invitadas extranjeras de la Feria Internacional del Libro de Quito, que se celebrará entre el 9 y 13 de diciembre del 2020. Llegará a esta cita literaria después de recibir el premio Sor Juana Inés de la Cruz, que le entregó la Feria del Libro de Guadalajara, por su novela ‘Las malas’.
¿Antes de escribir ‘Las malas’ cuál era el referente que tenía de las mujeres trans dentro de la literatura argentina?
De las lecturas que recuerdo en este momento está la historia que escribió Copi (Raúl Damonte) que se llama ‘Las viejas travestis’ y ‘La virgen cabeza’ de Gabriela Cabezón Cámara. La historia de Copi es de otra época y tiene ciertas correcciones políticas que ya no caben en el conocimiento travesti que hemos logrado durante los últimos 15 años. En la novela de Gabriela, la virgen queda embarazada y es media milagrosa. A las viejas travestis se las lleva un príncipe africano a vivir como reinas a otro lugar. Fíjate que las dos novelas tienen una aproximación un tanto fantástica. Son historias en las que no formamos parte de lo cotidiano y de lo real. Las maneras de imaginarnos son lejanas y un tanto sobrehumanas.
Las protagonistas de su novela son un puñado de mujeres trans que trabajan en un parque, ¿cuál es su lectura del reconocimiento internacional que está ganando ‘Las malas’?
A la literatura le viene bien una lavadita de cara de cuando en cuando. Estaba aburriendo de tan blanca, clase mediera y masculina, de tan copada por los escritores. De que siempre estén ellos como unos popes diciendo esto es literatura y esto no lo es. Creo que lo importante no es que se empiece a hablar de los cuerpos trans, porque de eso sí se habla, no seamos hipócritas. Nosotras estamos en la boca de la gente. No sé cómo sea en Ecuador, pero en Argentina la gente sí sabe quiénes somos y cómo somos y eso no es una novedad. Lo que sí es nuevo e importante es que aparezcan escritoras trans.
En un pasaje de su libro la protagonista dice que a las travestis no las nombra nadie, salvo ellas mismas, ¿cuán importante es nombrarse desde la literatura?
Creo que es importante para el colectivo trans disputar, a través del lenguaje, espacios que son de dignidad. Históricamente hemos sido empobrecidas, empujadas al analfabetismo y privadas del gusto por la lectura y la escritura. Siempre pienso en Claudia Rodríguez, una escritora trans chilena, que dedicó su libro ‘Cuerpos para odiar’, a todas las travestis que murieron sin haber escrito nunca una carta de amor. Es importante para nosotras que empecemos a formar parte de la manufactura de la cultura, para no volvernos locas y para que las que nazcan sepan cómo fue nuestra historia, de dónde vienen y no lo olviden. Me comencé a travestir en los noventa, en un pueblo muy pequeño y fue difícil, pero no quiero imaginar lo que era en los setenta con la dictadura, o antes en los cuarenta o cincuenta. Es importante hablar de lo que nos pasó, porque eso hacen las personas. Hacen lenguaje. Como dice Toni Morrison así se sanan las civilizaciones.
En su novela. uno de esos referentes es Cris Miró, ¿por qué?
Yo aprendí a nombrarme a mí misma viendo a Cris Miró y a Flor de la V, que es otra travesti, en televisión. Ahora hay un poco más de educación. En ese momento lo que llegaba a nuestros oídos era pura muerte y prostitución. Ver a Cris me dio otra perspectiva, la idea de que podía ser otra cosa además de prostituta. Ahora el hecho de que esté siendo leída y de que me inviten a la Feria del Libro de Quito, al Festival Gabo, o que me premien en la Feria de Guadalajara es una forma de dejar como herencia una alegría y una diferencia.
¿Con esa idea en mente escribió ‘Las malas’?
Cuando escribí ‘Las malas’ no tenía ninguna otra intención que la de hablar de una especie de mística trans. De poner en contacto a las protagonistas con un tipo de fe, de religión, de magia que ordena sus espíritus. Por eso, en la novela aparecen personajes como la Machi, que es una figura travesti del pueblo Mapuche, que orientaba a la comunidad desde antes de que llegaran los españoles. En mis historias hablo de las travestis y de los cuerpos trans como me veo a mí misma y a mí cuerpo. En eso soy muy Frida Kahlo. Tengo la misma amplitud de mirada que ella tenía sobre su discapacidad y sus dolores.
¿Cómo son sus procesos creativos y cómo entiende la literatura?
Bueno en este libro me dediqué a jugar porque es la única manera que entiendo la literatura. Para mí es un juego al que hay que faltarle mucho el respeto, al que hay que traicionarle siempre las reglas y hacerle trampas. Comencé a perfilar la historia de ‘Las malas’ alrededor del 2017, mientras estaba haciendo una obra de teatro que se llama ‘El cabaret de la difunta Correa’. Al final de esta obra aparecía el personaje de la Tía Encarna, que contaba cómo se había encontrado un niño en el parque Sarmiento. A medida que presentaba la obra me di cuenta que ahí había material para escritura.
Hablando de literatura, ¿por dónde van sus lecturas?
Me gustan mucho las novelistas estadounidenses sureñas como Carson McCullers y Djuna Barnes. Justo en pandemia he leído unas cosas maravillosas y he descubierto a autoras como Catherine Moran y Lorrie Moore. También he leído a amigas como Dolores Reyes y Selva Almada. Me gusta mucho leer narrativa, sobre todo, la que escriben otras mujeres. También leo mucha poesía. Es algo que siempre está presente en mi vida.
Biografía: Camila Sosa Villada nació en 1982 en Córdoba, Argentina. Estudió Comunicación Social y Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. Ha publicado los libros ‘La novia de Sandro’ (2015), ‘El viaje inútil’ (2018) y ‘Las malas’ (2020). También es actriz de teatro, cine y televisión.